Cinco Claves de un Evento Inolvidable

Por 31/01/2017 Comunicación

Todos hemos asistido alguna vez a la presentación de un libro o a una recepción de empresa pero ¿recuerdas cuántas veces un evento te pareció especialmente memorable?

Las invitaciones a eventos – ya sea en ámbitos académicos, artísticos o corporativos – siguen multiplicándose como setas, y como muchos hongos, pueden resultar letales ¡pero de aburrimiento! ¿Cómo es posible que ese orador que te parecía tan interesante durmiera con su discurso a media audiencia? ¿O que esa recepción donde esperabas entablar nuevos contactos profesionales fuera tan fría y mal planificada que no propició que conocieras a nadie?

Si alguna vez tienes la oportunidad de ser el organizador de un evento, es muy recomendable que pongas en práctica estos cinco consejos para salir triunfante del paso. Recuerda que, por muchas ideas inspiradas que tengas, el público de tu evento es el verdadero héroe, y nada mejor que ponerte en sus zapatos para saber qué tipo de experiencia te agradecerán.

1. Define bien tu público objetivo. ¿Estás hablando conmigo? Esta no es solo una famosa cita de Robert de Niro en Taxi Driver, pero la forma en que a veces nos hemos sentido como público de un evento corporativo. Un sentimiento que no refleja la debilidad de la audiencia, sino la de los organizadores del evento por desconocer lo que interesa al público. Cuanto más generalista o diluido sea el contenido de nuestro evento, menos probabilidades existen de tener algún impacto significativo en la audiencia. Al planear tu evento, define un objetivo claro y diséñalo con un perfil de audiencia específico en mente. Al enfocarte en ese perfil ideal, será más fácil desarrollar contenido que responda directamente a sus intereses, desafíos y aspiraciones particulares.

2. Diferénciate de la competencia. Ante la amplia oferta de eventos corporativos en tu misma industria, ¿qué hace que tu evento sea especialmente interesante? ¿qué ofreces que nadie más ofrece? ¿por qué tu ideal ¨miembro del público¨ va a decidir asistir a tu evento, y no a uno similar de tu competencia? Bien sea en el formato, el enfoque que abordes de la temática, el uso de la tecnología en la producción, o simplemente las oportunidades de networking que facilites, asegúrate de que tu evento está creando un nicho o una oportunidad únicos y originales. Tu capacidad de análisis de lo que los demás ofrecen y la creatividad que inyectes a tu evento te ayudarán a crear la singularidad necesaria para convertirte en una cita indispensable.

3. Usa el poder de la narrativa. La ventaja competitiva de muchas marcas radica en su capacidad de comunicar valores y emociones que nos identifican con ellas. Los eventos exitosos van más allá de proveer información y usan historias que entretienen y conectan emocionalmente con la audiencia. Así, por ejemplo, en vez de abrumar a tu audiencia con datos y estadísticas para explicar los beneficios de un producto o una política, cuenta la historia de sus beneficios, mostrando ejemplos concretos de su uso o aplicación para solucionar problemas o alcanzar logros. Por ejemplo, usa presentaciones al estilo “TED”, uno de los formatos de storytelling que están arrasando en la comunicación corporativa.

4. Utiliza imágenes impactantes. Del uso de la fotografía a las gráficas informativas, numerosos estudios han confirmado la sabiduría popular de que una imagen vale más que mil palabras. Pero sólo el hecho de que puedas capturar la atención de tu audiencia con las imágenes no significa que puedas mantenerla. De hecho, el despliegue de un gran volumen de estímulos visuales neutraliza nuestro interés y puede ser contraproducente. La clave es asegurar que las imágenes sean sugestivas para el público objetivo y que comuniquen información original y relevante. Usa fotos de personas reales, vídeos breves e infografías de alto impacto visual, y sé muy selectivo en los momentos que deben usarse para reforzar la narrativa de tu evento. No utilices imágenes de stock irrelevantes, o gráficos muy complicados y cargados de información.

5. Concluye con una clara llamada a la acción. Los eventos más efectivos tienen una sola idea central que se pude plasmar en una clara llamada a la acción. Esa tesis será más sólida en la medida en que la puedas formular claramente como de beneficio para la audiencia. Un evento exitoso no debe enfocarse solamente en lo que tú quieres transmitir como organizador, sino en las oportunidades que tu público pierde si no adopta tu producto o idea. Al final de tu evento, por muy satisfecho que te sientas como organizador, lo único que importa es que hayas elevado a tu público a otro plano, de mero espectador a agente de cambio.

Para maximizar la atención de tu público, asegúrate que tu evento logra comunicar mensajes en breves cápsulas informativas y en una variedad de formatos. Por ejemplo, si tu evento arranca con la proyección de un video, te recomiendo que tenga una duración máxima de tres minutos. Si organizas una conversación entre varias personas, asegúrate de incluir un máximo de cuatro personas en cada panel, incluyendo al moderador, para que tu evento no pierda foco y tu audiencia no pierda el hilo del mensaje. Cada intervención de debe durar más de tres minutos. En presentaciones tipo TED, procura que cada charla dure entre cinco o siete minutos.

Por último, asegúrate de que tu evento tenga un guión que anticipe lo que vaya a ocurrir minuto a minuto, para evitar la sorpresa de eventos que se desenfocan o extienden más de lo deseado. Si tu audiencia incluye una parte interactiva con el público, también cerciórate de contar con su participación recolectando preguntas con antelación, para evitar el silencio incómodo que nos abochorna en muchos eventos cuando nadie del público se anima a formular una pregunta o comentario. En general, guíate por la máxima de que menos es más, y cuanto más breve, variado y puntual sea tu evento, más éxito cosecharás.

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2017 o la Esencia de la Historia

Por 24/01/2017 Comunicación

¿Cómo contaremos historias en 2017? Si en 2016 pronosticamos cómo la realidad virtual y otras tecnologías iban a revolucionar la manera de contar historias en medios creativos y corporativos, el año nuevo parece estar marcando un regreso a la esencia del storytelling.

En el cine, triunfa La La Land, un musical que nos transporta al cine más nostálgico de los años 50, con una simple historia de amor como argumento. En programas televisivos españoles como Chester in Love o Mi Casa es la Tuya, un sofá antiguo o una buena comida casera son recursos para reavivar el tradicional arte de la entrevista. Y en la política, los medios de comunicación y las fuentes gubernamentales de información están librando una verdadera batalla campal en Estados Unidos para erigirse como los bastiones de la información más veraz. Pareciera que en 2017 importa más lo que cuentas – el meollo de tu historia – que cómo la cuentas.

En el mundo empresarial, los esfuerzos de posicionamiento y de marketing también se están organizando alrededor de una pregunta de regreso a lo esencial: ¿cómo puedo importarles a mis clientes? Las compañías están descubriendo que vender o posicionarse no se trata de crear campañas millonarias en todos los medios tradicionales y digitales, o de hacer eventos corporativos con ingentes presupuestos. Todo lo contrario: la estrategia que triunfa es la que crea una mínima cantidad de buenas historias que logran el mayor cambio de comportamiento en el cliente. Estas son buenas noticias especialmente para las pequeñas y medianas empresas, que están buscando formas asequibles y efectivas de conectar con su potencial clientela. Entonces, ¿qué estrategias narrativas funcionarán mejor en 2017?

Este es mi pronóstico: 2017 será un año en el que más marcas buscarán posicionarse a través de contenidos refrescantes y emotivos. Dicho de otra manera, triunfarán las compañías que desarrollen historias auténticas y originales que logren conectar emocionalmente con su público objetivo. Se destacarán aquellas que, además de lograr que sus clientes consuman sus contenidos, consigan detonar algún tipo de acción. Y al decir acción no me refiero solamente a comprar un producto, sino a adoptar algún tipo de comportamiento que esté asociado a la identidad de esa marca.

Son campañas como la recién lanzada por Mattel, que nos invita a reexaminar los roles de género. En «Papás que Juegan con Barbie», seis padres auténticos (no actores) nos cuentan historias junto a sus hijas. Uno de ellos, por ejemplo, relata que deja de ver su partido favorito en televisión cada domingo para jugar a las Barbies con su hija. En los materiales promocionales que acompañan a esta campaña, Mattel cita la investigación de la Dra. Linda Nielsen de la Universidad Wake Forest, quien afirma que las niñas que tienen relaciones cariñosas, comunicativas y de apoyo con sus padres desde la infancia temprana son menos propensas a sufrir falta de confianza y baja autoestima a medida que crecen.

También pronostico el continuo crecimiento de las presentaciones al estilo “TED” en ámbitos corporativos, en las que un orador se enfrenta a la audiencia solo y de pie, con escasos recursos visuales pero armado de una poderosa narrativa. La charla TED del abogado de derechos humanos Bryan Stevenson es un buen ejemplo. Su presentación no solo registró la ovación más larga en la historia de TED, sino que además generó donaciones valoradas en un millón de dólares para su proyecto The Equal Justice Initiative.

¿Y cómo logró esta respuesta? En su charla de 15 minutos, Stevenson contó tres historias personales que incluyeron una charla que mantuvo con su abuela sobre el poder de la identidad, un encuentro con Rosa Parks que le enseñó el poder de la persistencia y un encuentro con un conserje en un tribunal que le enseñó a resistir ante la adversidad. Según un análisis de la charla que realizó la revista Forbes, el 65% del contenido cayó bajo lo que Aristóteles llamaba el pathos – la emoción que transmitía la historia. El 25% cayó bajo el logos – los datos y lógica – y el 10% restante fue ethos, su esfuerzo de crear credibilidad en sí mismo.

En un mundo en el que cada vez nos bombardean más fuentes de información y en el que compiten un mayor número de empresas para ofrecernos sus productos y servicios, los mejores contadores de historias – aquellos que nos conquistan con su originalidad, emociones y valores – son los que tienen una línea más directa a nuestro corazón y a nuestro bolsillo. Ojalá que 2017 siga siendo un año en el que arte y empresa nos sigan deslumbrando con el poder de sus narrativas. Nosotros, desde storyplot, te lo seguiremos contando.

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Contadores de Historias: Barack Obama

Por 15/12/2016 Comunicación

¿Quiénes son los oradores más carismáticos? ¿Y qué hace que sus presentaciones sean memorables?

En esta nueva entrada de la serie Contadores de Historias, nos despedimos de Barack Obama como Presidente de EE.UU. analizando uno de sus discursos más célebres. Fue en New Hampshire, durante las elecciones primarias de 2008, cuando Obama pronunció por primera vez el famoso eslogan Yes We Can (Sí Podemos) que definió su campaña y logró inspirar a toda una nación.

El discurso tiene muchos puntos en común con el épico “I Have a Dream” (Tengo Un Sueño) de Martin Luther King.  Obama supo conquistar al público usando la entonación y cadencia características de los sermones de la Iglesia Bautista. Pero son el contenido y la estructura de su discurso, que sigue la secuencia motivada de Monroe,  lo que lo convierte en uno de los más celebrados de la historia. Analicemos cada uno de los cinco segmentos del discurso de Obama:

Atención. Barak Obama logra retener nuestra atención en los primeros 40 segundos de su discurso pronunciando la inquietante frase:

Con sus voces y sus votos, ustedes han dejado claro que en este momento, en esta elección, algo está pasando en América¨

La audiencia siente que es un momento crítico en la historia del país, y queda intrigada por escuchar más del orador. De hecho, Obama repetirá hasta tres veces más ese “algo está pasando” y usará ese recurso como detonante o punto de inflexión del discurso.

Problema. El discurso gana tensión cuando Obama explica que el país está expresando la necesidad de un cambio a través de su participación masiva en las urnas. En particular, Obama se refiere a las minorías que se sienten relegadas y que desean que el país asuma un nuevo rumbo y sea más inclusivo que en la era Bush. Las palabras de Obama inspiran por su enfoque positivo, pero también encierran el mensaje subliminal de que las decisiones han estado en manos de unos pocos privilegiados.

Solución. En esta parte central del discurso, Obama explica los cambios que puede ejercer la “nueva mayoría”. Entre otras medidas, Obama menciona la necesidad de proveer sanidad asequible y de calidad para todos, de reformar el sistema impositivo que favorece a las corporaciones, y de explorar fuentes de energía alternativa.

Visualización. Al mismo tiempo que ofrece las soluciones, Obama visualiza un futuro mejor para el país. Sus palabras dibujan un futuro en paz, capaz de superar la amenaza del cambio climático y las armas nucleares, la pobreza, el genocidio o la enfermedad. El discurso de Obama es, en este punto, cada vez más expansivo e inspirador.

Llamada a la Acción. Pero tal vez el segmento más poderoso del discurso sea el último, cuando Obama explica que esta visión será solo posible si todos los estadounidenses ponen de su parte y se unen al esfuerzo. Obama menciona hasta trece veces su credo: “Yes we can”, y su discurso alcanza un clímax que el público agradece con la ilusión y el aplauso. Sus palabras son tan grandilocuentes que, como colofón, hacen referencia a la letra del himno de Estados Unidos:

Y juntos empezaremos el próximo gran capítulo en la historia de América, con tres palabras que sonarán de costa a costa, de mar a mar: sí podemos.

La efectividad de este conmovedor discurso, y del movimiento que originó, se reflejó en las urnas. El 4 de noviembre de 2008, Barack Obama se convirtió en el 44º presidente de los Estados Unidos. Obtuvo casi 10 millones más de votos que su rival republicano John McCain, alzándose ganador en 28 estados (frente a los 22 de McCain). Su famoso “Yes we can” lo llevó al poder con un decisivo tirón popular y mediático. Y Estados Unidos eligió un presidente afroamericano por primera vez en su historia. Ahora, cuando concluya su segundo y último mandato, será la historia quien también examine su legado.

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Ortega y Gasset en la Era Trump

Por 01/12/2016 Literatura

Escucho a un famoso analista político hablar de “populismo” a la hora de explicar la razón por la que Donald Trump ha llegado a la Casa Blanca, y me plaga la duda de su verdadero significado.

Según Wikipedia, el populismo es un concepto difícil de definir y que, en su acepción más purista (la de la Real Academia de la Lengua), no es más que una estrategia política que pretende buscar el apoyo de las clases populares. A veces, sin embargo, se usa de forma peyorativa para “destacar aspectos como la simplificación dicotómica, el antielitismo, el predominio de los planteamientos emocionales sobre los racionales, la movilización social, el liderazgo carismático, la imprevisibilidad económica, y el oportunismo.”

El mensaje anti-establishment de Trump, sin duda, han resonado entre los millones de estadounidenses que no se ven reflejados en las esferas de poder, y aunque la economía estadounidense goza de una relativa buena salud, el magnate ha logrado conectar emocionalmente con la América insatisfecha y temerosa por los empleos que se exportan, la porosidad de las fronteras y la amenaza terrorista.

De hecho, en estas elecciones se ha hablado mucho de los candidatos, pero muy poco del pueblo que debía elegir al Presidente en las urnas. ¿Por qué se quedaron en casa muchos de los demócratas que escogieron a Obama? ¿Y por qué estados decisivos como Michigan, Wisconsin y Pennsylvania – y la siempre vacilante Florida  – dieron la victoria a Trump?

Encuentro respuestas en un lugar improbable: un ensayo de 1930 que sigue siendo tan vigente hoy como ayer. El filósofo español José Ortega y Gasset escribió La Rebelión de las Masas en un momento álgido en la historia de Europa, en el que la vitalidad de los años 20 daba paso a la crisis del 29 y a un sentido de pesimismo generalizado. Así lo describe Ortega con sus propias palabras:

Resumo ahora la tesis de este ensayo. Sufre hoy el mundo una grave desmoralización, que entre otros síntomas se manifiesta por una desaforada rebelión de las masas, y tiene su origen en la desmoralización de Europa. Las causas de esta última son muchas. Una de las principales, el desplazamiento del poder que antes ejercía sobre el resto del mundo y sobre sí mismo nuestro continente. Europa no está segura de mandar, ni el resto del mundo, de ser mandado. La soberanía histórica se halla en dispersión.

Al igual que Europa en los años 30, Estados Unidos tampoco es hoy la clara primera potencia mundial que era hace unas décadas, y el eslogan “Make America Great Again” (Hagamos América Grande De Nuevo) ha calado en un electorado que no escucha su voz en los pasillos de Washington.  Ortega y Gasset llamó a este ciudadano medio como el nuevo “hombre-masa”, más pudiente que sus antecesores históricos, e imposible de ignorar por las élites.

La muchedumbre, de pronto, se ha hecho visible, se ha instalado en los lugares preferentes de la sociedad. Antes, si existía, pasaba inadvertida, ocupaba el fondo del escenario social; ahora se ha adelantado a las baterías, es ella el personaje principal. Ya no hay protagonistas: sólo hay coro.

¿No era esto lo que se quería? ¿Que el hombre medio se sintiese amo, dueño, señor de sí mismo y de su vida? Ya está logrado (…) Entonces no extrañe que actúe por sí y ante sí, que reclame todos los placeres, que imponga, decidido, su voluntad, que se niegue a toda servidumbre, que no siga dócil a nadie, que cuide su persona y sus ocios, que perfile su indumentaria: son algunos de los atributos perennes que acompañan a la conciencia de señorío. Hoy los hallamos residiendo en el hombre medio, en la masa.

Más poder adquisitivo, sin embargo, no significa interés en la cultura, y el hombre-masa de Ortega es un ser mediocre, desinformado, y hermético. Su egoísmo se manifiesta al no escuchar la opinión de los demás y sentirse en poseedor de la verdad.

 … al hombre mediocre de nuestros días, al nuevo Adán, no se le ocurre dudar de su propia plenitud. Su confianza en sí es, como de Adán, paradisíaca. El hermetismo nato de su alma le impide lo que sería condición previa para descubrir su insuficiencia: compararse con otros seres. Compararse sería salir un rato de sí mismo y trasladarse al prójimo. Pero el alma mediocre es incapaz de transmigraciones.

No se trata de que el hombre-masa sea tonto. Por el contrario, el actual es más listo, tiene más capacidad intelectiva que el de ninguna otra época. Pero esa capacidad no le sirve de nada; en rigor, la vaga sensación de poseerla le sirve sólo para cerrarse más en si y no usarla (…). Esto es lo que en el primer capítulo enunciaba yo como característico en nuestra época: no que el vulgar crea que es sobresaliente y no vulgar, sino que el vulgar proclame e imponga el derecho de la vulgaridad o la vulgaridad como un derecho.

La defensa del hombre ante la masa es el eje central de la obra de Ortega. El fascismo y el comunismo eran ideologías que rechazaba el filósofo madrileño como manifestaciones de ese hombre nacionalista e inculto, nutridas por un fervor tan populista como regresivo. ¿Qué pensaría entonces Ortega del fenómeno Trump?

Tanto vale, pues, decir: en tal fecha manda tal hombre, tal pueblo o tal grupo homogéneo de pueblos, como decir: en tal fecha predomina en el mundo tal sistema de opiniones -ideas, preferencias, aspiraciones, propósitos. ¿Cómo ha de entenderse este predominio? La mayor parte de los hombres no tiene opinión, y es preciso que ésta le venga de fuera a presión, como entra el lubricante en las máquinas. Por eso es preciso que el espíritu -sea el que fuere- tenga poder y lo ejerza, para que la gente que no opina -y es la mayoría- opine.

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Cuatro Técnicas Teatrales para Presentar Mejor

Por 18/11/2016 Comunicación

Cuando entablas una conversación con alguien, es fácil ser tú mismo. Tu interlocutor no te reprochará que hables rápido, que subas o bajes la voz, o que establezcas más o menos contacto visual. Las distancias cortas disculpan errores de dicción y de semántica, en la medida que quien te escucha pueda interpretar el significado de tu lenguaje corporal y de tus palabras.

Dar una presentación, sin embargo, exige mucho más de ti. No es un acto espontáneo ni una situación natural. Por muy relajado que sea el entorno, las reglas de juego son distintas y denotan una cierta formalidad. Por lo general, te enfrentarás a tu audiencia de pie, y hablarás sin interrupciones durante un periodo de tiempo para exponer tus ideas y argumentos.

En una conversación, tú escoges cuándo participar o no. En una presentación, la audiencia espera que estés preparado para hablar durante varios minutos sin interrupción, con oraciones bien construidas y seguridad en la voz.

En una conversación suele importar más lo que dices. En una presentación importa mucho cómo lo expresas.

Los mejores oradores dedican tanto o más tiempo a ensayar la entrega de un discurso o presentación que a la preparación de su contenido.  En este blog, hemos examinado algunas técnicas de persuasión y de comunicación política que distinguen a los buenos presentadores, pero también existen algunas herramientas del mundo del teatro que pueden ayudarte a triunfar ante tu público. Al fin y al cabo, tu presentación corporativa guarda más elementos en común con una representación teatral que los que puedas imaginar.

proyectalavozProyecta la Voz. Cuando das una presentación, es importante que te escuche tanto la persona en la primera como en la última fila. No es cuestión de gritar, sino de modular la voz y de asumir control del espacio. Tu voz también cobrará intensidad si realizas ejercicios de respiración abdominal, es decir, esa respiración profunda que lleve oxígeno a la parte baja de los pulmones. Muchos actores realizan estos ejercicios antes de salir al escenario, no solo para lograr más timbre en la voz, sino también para activar la respuesta de relajación del organismo. Proyectarás mejor la voz y, de paso, controlarás la ansiedad.

improvisaAprende a Improvisar. Si te quedas en blanco en medio de una presentación, debes de tener la suficiente capacidad de reacción para no perder el interés de tu público. Los buenos actores, ante una situación imprevista o un lapsus mental, son tan diestros en improvisar diálogo que el desliz pasa desapercibido para el público. En tu caso, como te encuentras solo, evita las pausas largas e incómodas en lo que logras retomar el curso del discurso, y no tengas miedo de verbalizar que has perdido el hilo de tus ideas con un chiste o comentario espontáneo. Quedarte en blanco, al fin y al cabo, es un síntoma de ansiedad, y no hay mejor estrategia que salir del percance sin dramatismos y con naturalidad. Yo, por ejemplo, la última vez que me bloqueé, dije: “¿Y por qué les estaba yo contando esto? Ay, ¡que se me ha ido el santo al cielo!”, lo cual provocó risas entre mi público, me relajó,  y me permitió poner en orden de nuevo mis pensamientos.

expresateDesarrolla tu Expresividad.  Puedes estar muy preparado para dar una presentación, pero si tu expresión facial es siempre la misma, o si tu discurso mantiene un tono neutral y sin cadencias, tu público se aburrirá y no te escuchará. Piensa que tu voz, tu rostro y tus manos son herramientas que te pueden ayudar a enfatizar puntos y a crear tensión en los momentos clave de tu discurso. Aprende la diferencia entre ser expresivo y ser pedante – no gesticules demasiado, pero practica registros faciales distintos para presentarte de manera accesible y convincente. Usa pausas para crear expectación y practica los toques de humor o anécdotas divertidas que darán chispa a tu presentación (tu público no apreciará si intentas ser gracioso y fracasas en el intento). Y no confíes únicamente en tu opinión: cuando practiques tu presentación, hazlo con alguien que te pueda dar consejos sinceros sobre cómo puedes mejorar la expresividad de tu lenguaje verbal y corporal.

preparateEnsaya para ser Creíble. Los buenos actores no solamente memorizan textos, sino que los interpretan para dar una personalidad y vida propias a sus personajes. A fin de resultar creíbles, pasan horas ensayando; lo que a ojos del público parece natural y espontáneo, ha conllevado horas de preparación y ensayos. De igual manera, cuando das una presentación, tu nivel de seguridad y capacidad de persuasión serán directamente proporcionales al tiempo que dediques a ensayar.  En una presentación, sin embargo, no te aconsejo que memorices palabra por palabra lo que vas a decir, para que tu discurso no suene acartonado.  Ensaya la presentación un mínimo de siete veces, para que suenes natural y genuino. Con la práctica, cubrirás el contenido usando menos palabras y con más seguridad en ti mismo.

Te invito a que adoptes estos consejos del mundo del teatro para mejorar tus dotes como presentador, y que veas cómo otros presentadores los han puesto en práctica. Sin embargo, mientras que un actor interpreta un personaje, lo importante en una presentación es que tu audiencia sienta que estás siendo tú mismo. Para aprender más sobre técnicas teatrales que puedes usar en tus presentaciones, te invito a visitar el blog de Fermí Casado. Y recuerda, ¡nunca des una presentación que tú mismo no quieras escuchar!

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Contadores de Historias: Martin Luther King

Por 26/10/2016 Comunicación

El 28 de agosto de 1963, un discurso de apenas 16 minutos marcó un giro en la historia de Estados Unidos. Martin Luther King, el padre de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos, cautivaba a toda una nación con su discurso “Tengo un Sueño”, pronunciado a los pies del monumento a Lincoln en Washington DC.

Su visión inspiradora y la pasión en la entrega dejaron boquiabiertos a  millones de norteamericanos, que no estaban acostumbrados a escuchar discursos con la cadencia y repetición propias de los sermones de la Iglesia Bautista. Junto a una imponente presencia y proyección escénica, King usó recursos retóricos para conquistar a su audiencia con un mensaje tan revolucionario como pacifista.

Sin replicar todo el discurso, he seleccionado algunos pasajes que ilustran las técnicas que han inmortalizado a King como uno de los mejores oradores de todos los tiempos.

Recursos Visuales. El discurso de Martin Luther King está lleno de referencias visuales que nos permiten conectar emocionalmente con su discurso y construir las imágenes de una película en nuestra mente. En muchas ocasiones, King usa términos concretos en conjunción con conceptos intangibles para ayudar a la audiencia a procesar grandes ideas, como las destacadas en negrita.

No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que a los negros se les garanticen sus derechos de ciudadanía. Los remolinos de la rebelión continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que surja el esplendoroso día de la justicia. Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio.

Metáforas. El primer gran aplauso en el discurso de King llegó gracias al uso de una metáfora poderosa, que ilustró a la perfección la promesa rota de libertad que aún no se había materializado para los afroamericanos. La imagen del “cheque devuelto sin fondos” hizo vibrar a la audiencia.

Por eso, hoy hemos venido aquí a dramatizar una condición vergonzosa. En cierto sentido, hemos venido a la capital de nuestro país, a cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, firmaron un pagaré del que todo estadounidense habría de ser heredero. Este documento era la promesa de que a todos los hombres, les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Es obvio hoy en día, que Estados Unidos ha incumplido ese pagaré en lo que concierne a sus ciudadanos negros. En lugar de honrar esta sagrada obligación, Estados Unidos ha dado a los negros un cheque sin fondos; un cheque que ha sido devuelto con el sello de «fondos insuficientes». Pero nos rehusamos a creer que el Banco de la Justicia haya quebrado.

Referencias Bíblicas. Además de las alusiones políticas, no olvidemos que King era un ministro de la Iglesia Bautista, por lo que el discurso recoge numerosas alusiones al pensamiento cristiano. Por ejemplo, el discurso recoge una media docena de menciones a Dios, incluyendo el exultante párrafo de cierre:

Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: «¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!»

Paralelismos. Pero tal vez el recurso retórico más emblemático del discurso sean las repeticiones de fragmentos sintácticos, sobre todo al inicio de las oraciones. Esta herramienta ayuda a dar énfasis, ritmo y nivel de recordación a las ideas. Mientras la mayoría de los oradores no se atreven a usar este recurso más de tres veces, King llegaba a usar paralelismos hasta cuatro o cinco veces, como demuestra esta repetición de “no podremos estar satisfechos”.

Nunca podremos quedar satisfechos mientras nuestros cuerpos, fatigados de tanto viajar, no puedan alojarse en los moteles de las carreteras y en los hoteles de las ciudades. No podremos quedar satisfechos, mientras los negros sólo podamos trasladarnos de un gueto pequeño a un gueto más grande. Nunca podremos quedar satisfechos, mientras un negro de Misisipí no pueda votar y un negro de Nueva York considere que no hay por qué votar. No, no; no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que «la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente».

El último fragmento del discurso, el que le da título, es sin duda el paralelismo que todos recordamos. Los seis párrafos que arrancan con “Tengo un sueño” o  “¡Hoy tengo un sueño!” marcan el clímax emocional del discurso, cuando King alcanza una verdadera comunión de las almas.

¡Hoy tengo un sueño! Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas.

¡Hoy tengo un sueño! Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.

El discurso de King también sigue la secuencia motivada de Monroe, como hemos analizado en otras entradas de este blog. Pero King marcó escuela con un discurso distinto, que se mueve continuamente entre el problema actual y la solución futura, con un patrón mantenido de repetición. En su justa medida, no dudes en emular la retórica de King para vender de forma efectiva tu idea, producto o servicio.

Esta entrada de storyplot es parte de la serie Contadores de Historias.

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Rilke, Arte y Tristeza

Por 21/10/2016 Literatura

Aquellos que escribimos historias apreciamos una educación humanista para aprender a esbozar arquetipos de probado éxito narrativo. Ansiamos vivir experiencias como la de viajar porque, como aliadas de la imaginación, nos ayudan a perfilar personajes convincentes y tramas con magnetismo. Lo que es menos intuitivo, sobre todo para los que hemos vivido momentos de tristeza, es que la desolación pueda ser terreno fértil en el proceso creativo.

Entre 1903 y 1908, el poeta alemán Rainer Maria Rilke escribió en Cartas a Un Joven Poeta algunos de los pasajes más bellos y elocuentes sobre el efecto transformador de la tristeza en la vida de un artista. En una serie de epístolas al poeta Franz Xaver Kappus, Rilke nos invita a reflexionar sobre los elementos intrínsecos a la creación artística.

Rilke, en vez de criticar los poemas que recibía de Kappus, lo invocaba a cuestionarse la naturaleza de su vocación literaria, ya que, por aquel entonces, era cadete de la escuela militar austro-húngara:

Ser artista es no calcular, no contar, sino madurar como el árbol que no apremia su savia, mas permanece tranquilo y confiado bajo las tormentas de la primavera, sin temor a que, tras ella, tal vez nunca pueda llegar otro verano. A pesar de todo, el verano llega. Pero sólo para quienes sepan tener paciencia, y vivir con ánimo tan tranquilo, sereno, anchuroso, como si ante ellos se extendiera la eternidad.

Además de considerar el arte como un ejercicio pausado y abocado a la contemplación, Rilke plantea la naturaleza intimista de ser escritor:

Nadie le puede aconsejar ni ayudar. Nadie. No hay más que un solo remedio: adéntrese en sí mismo. Escudriñe hasta descubrir el móvil que le impele a escribir. Averigüe si ese móvil extiende sus raíces en lo más hondo de su alma. Y, procediendo a su propia confesión, inquiera y reconozca si tendría que morirse en cuanto ya no le fuere permitido escribir. Ante todo, esto: pregúntese en la hora más callada de la noche: ¿Debo yo escribir?

Piense, muy estimado señor, en el mundo que lleva en sí mismo, y dé a este pensar el nombre que guste. Así, sea recuerdo de la propia infancia, o anhelo del propio porvenir. Sobre todo, permanezca siempre atento a cuanto se alce en su alma, y póngalo por encima de todo lo que perciba en torno suyo. Siempre ha de merecer todo su amor cuanto acontezca en lo más íntimo de su ser.

Ese mundo interior pareciera desvanecerse en el momento en que la vida nos brinda un revés. La inspiración queda ahogada en el dolor, y la desolación puede configurarse al artista como un abismo infinito, donde perece la creatividad. Así expresa Rilke ese sentimiento tan infecundo como extraño en sus cartas:

Yo creo que casi todas nuestras tristezas son momentos de tensión que experimentamos como si se tratara de una parálisis. Porque ya no percibimos el vivir de nuestros sentidos enajenados, y nos encontramos solos con lo extraño que ha penetrado en nosotros. Porque se nos arrebata por un instante todo cuanto nos es familiar, habitual. Y porque nos hallamos en medio de una transición, en la cual no podemos detenernos.

Cuanto más callados, cuanto más pacientes y sinceros sepamos ser en nuestras tristezas, tanto más profunda y resueltamente se adentra lo nuevo en nosotros. Tanto mejor lo hacemos nuestro, y con tanto mayor intensidad se convierte en nuestro propio destino.

Porque ¿no es la tristeza, a fin de cuentas, un sentimiento ineludible en nuestras vidas? Rilke acepta la contrariedad como un elemento de nuestra experiencia que Kappus debe afrontar con ánimo para madurar como artista:

Así se transforman, para quien se vuelve solitario, todas las distancias, todas las medidas. Muchos de estos cambios se producen de un modo repentino, brusco. Y, al igual que en aquel hombre transportado a la cima de una montaña, surgen entonces  aprensiones insólitas, sensaciones extrañas, que parecen rebasar todo lo humanamente soportable. Pero es necesario que también esto lo vivamos. Debemos aceptar y asumir nuestra existencia del modo más amplio posible. Todo, incluso lo inaudito, ha de ser viable en ella. Este es, en realidad, el único valor que se nos pide y exige: tener ánimo ante las cosas más extrañas, más portentosas y más inexplicables, que nos puedan acaecer.

Para Rilke, el abismo no es insalvable. Procesamos el dolor y emergemos de las cenizas. Somos los mismos, pero la tristeza nos ha dejado una marca. El escritor sigue intentando hacer sentido de la realidad, con referencias que antes no tenía y que son esenciales a la vida:

No debe, pues, azorarse, querido señor Kappus, cuando una tristeza se alce ante usted, tan grande como nunca vista. Ni cuando alguna inquietud pase cual reflejo de luz, o como sombra de nubes sobre sus manos y por sobre todo su proceder. Ha de pensar más bien que algo acontece en usted. Que la vida no le ha olvidado. Que ella le tiene entre sus manos y no lo dejará caer.

Los consejos de Rilke no cayeron en un pozo sin fondo. Tras 15 años como oficial en el ejército austro-húngaro, Kappus se dedicó a su verdadera pasión, la literatura y al periodismo. Rilke, por su lado, publicaría grandes obras como Las Elegías de Duino y Los Sonetos de Orfeo antes de fallecer de leucemia en 1926, a los 51 años.

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La Ciencia de Contar Historias

Por 11/10/2016 Comunicación

La narrativa es la nueva piedra filosofal del marketing: cada vez son más las empresas que definen su personalidad y promocionan sus productos usando historias que conectan emocionalmente con los clientes. Y es que hasta un 92% de los consumidores prefieren ver anuncios que contengan una buena historia frente a una publicidad más tradicional, enfocada simplemente en destacar las características de un producto. La publicidad que sorprende, divierte o emociona con historias nos permite recordar mejor a la marca y al producto, y tiene hasta tres veces más éxito en atraer clientes y generar ventas.

Pero ¿qué ocurre exactamente cuando escuchamos una buena historia? ¿Cuál es la ciencia que explica la fascinación que pueden llegar a ejercer sobre nosotros?

La respuesta es similar a la experiencia de ver explotar fuegos artificiales en un cielo poco estrellado. Cuando escuchamos una presentación cargada principalmente de datos, se activan dos áreas de nuestro cerebro: las áreas de Broca y Wernicke.  Estas son dos zonas de nuestra corteza cerebral involucradas en procesar datos y el lenguaje humano. Cuando escuchamos una historia, sin embargo, nuestro cerebro se ilumina literalmente, poniendo en marcha partes de la corteza frontal, motora y sensorial.

Gracias a un proceso que se llama acoplamiento neuronal, los cerebros de las personas que están escuchando una historia actúan como un espejo, y traducen esa historia en experiencias propias. En este caso, el público procesa emociones haciéndolas suyas.

Pero veamos un ejemplo concreto para explicar este proceso. Esta semana, AdWeek destacaba, como uno de los anuncios del día, una animación de la aplicación Hinge. Hinge, a diferencia de Tinder, Match y otras aplicaciones de citas con desconocidos en línea, conecta a personas en base a los amigos que comparten en Facebook.

El anuncio nos presenta a un chico que entra en un recinto ferial a modo de metáfora del mundo de las citas virtuales. Las chicas que se encuentra se mueven como zombis, cansadas y desanimadas en cadenas de producción, en un mundo frío e impersonal. Cada cita, cuando se da, no es más que un preámbulo a la siguiente. Esta parte del anuncio despierta entre los usuarios de estas aplicaciones el reconocimiento de haber vivido con frialdad, superficialidad y frustración la experiencia de las citas en línea. El cerebro ilumina las áreas que registran tristeza, soledad y desesperanza.

No es hasta que nuestro personaje animado encuentra una puerta rotulada con una grande “H” que el mundo cambia de color. En este mundo hay parejas y personas sonrientes. Se encuentra con una chica que no puede descartar o seleccionar con un movimiento de pantalla a la derecha o a la izquierda. Esta es una chica de carne y hueso, cercana, del mundo real. Le toma de la mano y se van juntos caminando. Hinge despierta en las mentes de sus potenciales usuarios los sentimientos de esperanza, amor y alegría.

Una buena historia, más allá de poner en funcionamiento muchas partes de nuestro cerebro, también está relacionada con la capacidad de nuestro cerebro de producir dopamina y sintetizar oxitocina.

La oxitocina es responsable de nuestra sensación de empatía y de nuestra capacidad de experimentar las emociones de los demás. Es la sustancia química que nos permite ponernos en los zapatos de otros y de interiorizar las historias que nos relatan.

Por otro lado, la dopamina es un neurotransmisor que tiene muchas funciones en el cerebro, relacionadas con el aprendizaje, la atención, la motivación y el humor. La secreción de esta sustancia con una buena historia te permitirá recordar más y mejor, al ser responsable de marcar una huella más duradera en nuestro cerebro.

El recuerdo de los mensajes, la empatía con las marcas, y finalmente, el deseo de comprar y consumir:  la ciencia del storytelling nos recuerda la importancia de incitar emociones para estimular las mentes de nuestra audiencia y potenciales clientes. Una ciencia que es tan fascinante como inexacta, en el momento que descubrimos que contar historias también es arte, y además de encender el cerebro, debe hacer vibrar almas.

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Contadores de Historias: Steve Jobs

Por 28/09/2016 Comunicación

A solicitud de nuestros lectores, esta semana lanzamos una nueva serie de artículos bajo el título Contadores de Historias en la que analizaremos presentaciones magistrales de célebres oradores. Como ya hiciéramos con el discurso de Gettysburg, nuestro objetivo es ayudarte a estructurar y a preparar mejor tus presentaciones.

Y quién mejor ponente para inaugurar esta serie que Steve Jobs, el carismático genio detrás de Apple. Enfundado en su suéter negro y sus pantalones vaqueros, Jobs revolucionó la manera de dar presentaciones con un lenguaje simple y directo. En un análisis comparativo de sus discursos frente a los de Michael Dell y Bill Gates, Jobs solo usaba un promedio de 10.5 palabras por frase, frente a las 16.5 de Dell y las 21.6 de Gates. Y mientras que el 2.9% de sus palabras podían categorizarse como difíciles, Dell y Gates usaban más del 5%.

Pero además, Jobs era un maestro a la hora de incorporar historias en sus presentaciones. Para este análisis, he seleccionado un discurso que dio en 2005 a la clase de estudiantes graduados de la Universidad de Stanford. En esa presentación, decidió contar tres historias, y esta entrada disecciona la primera de ellas.

La anatomía de esta historia, que Jobs definió como una historia sobre la importancia de conectar ideas, se divide en seis fragmentos claramente diferenciados:

1. Introducción. Durante los primeros 30 segundos de tu narración, necesitarás presentar a los personajes de tu historia, con información selectiva sobre su contexto y circunstancias. Sé muy selectivo y solo proporciona información que sea crítica al desarrollo de tu historia. Jobs nos cuenta así que fue un niño adoptado.

Comenzó antes de que yo naciera. Mi madre biológica era una joven soltera graduada de la universidad, y decidió darme en adopción. Ella tenía muy claro que debería ser adoptado por graduados universitarios, por lo que todo se preparó para que fuese adoptado al nacer por un abogado y su esposa.

2. Detonante. El detonante o punto de inflexión de la historia introduce una complicación que fuerza a los personajes a tomar un curso de acción distinto al previsto. En el caso de Jobs, sus padres adoptivos resultaron no ser los esperados por su madre biológica.

Excepto que cuando nací, decidieron en el último minuto que en realidad deseaban una niña. Así que mis padres, que estaban en lista de espera, recibieron una llamada en medio de la noche preguntando: «De improvisto tenemos un niño; ¿lo quieren?” Y ellos dijeron:» Por supuesto «.  Mi madre biológica luego se enteró que mi madre nunca se había graduado de la universidad y que mi padre nunca se había graduado de la escuela secundaria. Ella se negó a firmar los documentos de adopción. Sólo cedió, unos meses más tarde, cuando mis padres prometieron que algún día yo iría a la universidad. Ese fue el comienzo de mi vida.

3. Desarrollo de la Acción. El detonante pone en marcha una serie de acciones concatenadas que, in crescendo, crean tensión en la historia e intrigan a la audiencia sobre su posible resolución. Jobs nos plantea la paradoja de asistir a la universidad y de tener remordimientos de gastarse los pocos ahorros de sus padres.

Y 17 años más tarde fui a la universidad. Sin embargo, ingenuamente elegí una universidad que era casi tan cara como Stanford, y todos los ahorros de mis padres los estaban gastando en mi matrícula. Después de seis meses, no pude ver el valor en ir a la universidad. No tenía ni idea de lo que quería hacer con mi vida y ni de cómo la universidad me iba a ayudar a averiguarlo. Y ahí estaba yo, gastando todo el dinero que mis padres habían ahorrado durante toda su vida.

4. Clímax. El punto álgido de tu historia es el momento de tensión máxima; si tu historia fuera la escalada de una montaña, el clímax sería el momento en que conquistas la cima. En la historia de Jobs, el clímax es el momento en que toma el paso de abandonar la universidad.

Así que decidí dejar la universidad y confiar en que todo iba a salir bien. Fue bastante aterrador en ese momento, pero en retrospectiva, fue una de las mejores decisiones que he tomado. En el momento que me di de baja, pude dejar de asistir a las clases obligatorias que no me interesaban y comencé a asistir a las que parecían interesantes.

5. Resolución. Tu historia se distensiona, se desinfla, y la resolución consiste en la serie de eventos que solucionan el conflicto. Jobs deja la universidad para concentrarse en tomar solamente las clases que le interesaban, como las clases de caligrafía.

Reed College, en esos tiempos, ofrecía la que quizás fuera la mejor instrucción en caligrafía del país. En el campus todos los póster, y hasta las etiquetas de todos los cajones, estaban bellamente escritas en caligrafía a mano. Como me había dado de baja y no tenía que tomar las clases normales, decidí tomar una clase de caligrafía para aprender cómo hacer eso. Aprendí todo sobre las tipografías serif y sans serif, sobre las variaciones en la cantidad de espacio que debe dejarse entre diferentes combinaciones de letras, todo sobre la gran tipografía. Fue hermoso, histórico, artísticamente sutil de una manera que la ciencia no puede capturar, y me pareció fascinante.

6. Moraleja. A modo de conclusión, muchas historias concluyen resaltando la lección aprendida a lo largo de la historia, especialmente en las ocasiones cuando esas lecciones no son tan obvias o intuitivas para la audiencia. El discurso de Jobs tiene como moraleja que debemos siempre guiarnos por el instinto a lo largo de nuestra vida.

Nada de esto tenía ni siquiera una remota aplicación práctica en mi vida. Pero 10 años más tarde, cuando estábamos diseñando la primera computadora Macintosh, todo volvió a mí. Y todo lo diseñamos en la Mac. Fue la primera computadora con una bella tipografía. Si nunca hubiera asistido a ese único curso en la universidad, la Mac jamás hubiera tenido múltiples tipografías o tipos de letras proporcionalmente espaciadas. Y puesto que Windows copió a Mac, es probable que ningún ordenador personal los hubiera tenido. Si nunca hubiera decidido dejar la universidad, nunca hubiera tomado esa clase de caligrafía, y las computadoras personales no tendrían la maravillosa tipografía que tienen. Por supuesto me fue imposible conectar estas ideas pensando en el futuro cuando estaba en la universidad. Pero fue muy, muy claro mirando hacia atrás 10 años después.

Espero que esta historia te haya inspirado a seguir incorporando técnicas narrativas en tus presentaciones corporativas. Y recuerda que no todas las presentaciones pueden estar compuestas exclusivamente de historias, pero el uso de esta técnica en el inicio o cierre de tus presentaciones, bien sea como un ejemplo ilustrativo o una anécdota, puede ayudarte a establecer el siempre evasivo vínculo emocional con tu audiencia.

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Cinco Consejos para Armar una Presentación Brillante

Por 16/09/2016 Comunicación

Ayer tuve una de esas pesadillas que producen una verdadera sensación de alivio cuando por fin abrí los ojos y me di cuenta de que todo no había sido más que un sueño.

Soñé que era el día del estreno de una obra de teatro en la que era uno de los protagonistas, y por alguna extraña razón, iba caminando entre las filas del público que abarrotaban la sala para dirigirme al escenario. A medida que caminaba, iba pensando que estaba a punto de aparecer ante centenares de personas sin haber participado en un solo ensayo de la obra y, lo que era aún peor, ¡sin siquiera haberme preparado el papel que me tocaba! El miedo me estrangulaba la garganta.

Cuando me desperté sudando, pensé en la ansiedad que produce no sentirse bien preparado a la hora de dar una buena presentación. Las buenas noticias son que existen fórmulas para ayudarnos a estructurar una presentación efectiva.

En otras entradas, te he dado ideas sobre cómo puedes deslumbrar a la audiencia con tus dotes de orador, pero en esta ocasión partiré de la esencia, con cinco consejos a tener en cuenta cuando te sientes a preparar esa presentación.

11. Organiza bien tus ideas. Las presentaciones más exitosas pueden resumirse en una frase; todos los puntos o ideas que quieras desarrollar deben girar alrededor de una tesis principal que quieras comunicar a tu audiencia. Antes de desarrollar tu presentación, te recomiendo esbozar en un folio o en tarjetas independientes esa tesis principal y, a continuación, tres mensajes de apoyo a tu tesis. Así tendrás ante ti, de forma muy sintetizada, el esqueleto de tu ponencia.

22. Desarrolla un arco narrativo. Ahora que ya tienes un esqueleto, es el momento de poner carne a esos huesos. Imagina que tu presentación es un viaje que quieres hacer con tu público, con un origen y un destino. Sé entretenido, marca bien las transiciones, y nunca des una presentacion que tú no quieras escuchar. A lo largo del trayecto, tendrás que ir brindando información de forma gradual para crear un sentido de anticipación o suspense en tu público, y así asegurarte que mantienes su atención a lo largo de todo el recorrido.

33. Usa ejemplos específicos. Para relatar mejor con tu público, es importante que incluyas ejemplos, datos o anécdotas que “den vida” a los tres mensajes principales que quieres comunicar. Son los momentos cuando sentirás que haces “click” con tu audiencia y tu mensaje permeará. Un recurso efectivo es ejemplarizar lo que estás contando con referencias muy concretas o experiencias personales. Esta táctica de storytelling te humaniza y te ayuda a meterte a tu audiencia en el bolsillo.

44. Sé muy selectivo con la información. Cuando estás escribiendo y tienes cientos de datos, referencias e ideas que quieres transmitir, te recomiendo que primero las plasmes en el documento de tu presentación, pero luego tendrás que meter tijera. Si das demasiados detalles, tu audiencia se aburrirá; si saltas de un lugar a otro en la presentación, se perderá. Toma a tu público de la mano y guíalo, seleccionando cuidadosamente los lugares que visitarás en el camino. Debes de relatar solo las “paradas” que sean necesarias para llegar a tu destino.

55. Cierra con un “bang”. ¿No sabes cómo terminar tu presentación? Te recomiendo que tu frase de cierre sea una llamada a a la acción para tu audiencia. Otra táctica que funciona es concluir de manera circular, volviendo a revisitar el inicio de la presentación con la perspectiva de las soluciones o ideas que has desarrollado a lo largo de la presentación. Hay personas que optan por concluir sus presentaciones subrayando la tesis principal. Los presentadores más experimentados incluso cierran con una cita, o planteando preguntas. Sea cual sea la técnica que escojas, tu audiencia debe sentir que tu presentación les ha aportado nueva información o conocimiento.

¿Quieres ver estos principios en acción? A ver si los puedes identificar en esta inspiradora presentación sobre el poder de la conversación de Álvaro González-Alorda. En próximas entradas, iremos dando claves adicionales para que tus ponencias sean cada vez más redondas.

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