Historias de Crecimiento Personal
Por José Luis Lobera • 29/01/2025 • Cine & TV, Literatura
“Lo que no te mata, te hace más fuerte” es un reconocido aforismo del filósofo alemán Friedrich Nietzsche que, en la actualidad, se suele utilizar en el mundo anglosajón para denotar resiliencia ante la adversidad.
Esta máxima asaltó mis pensamientos recientemente, mientras volvía a ver “The Line of Beauty” (La Línea de la Belleza), una miniserie de la BBC de 2006 basada en la novela homónima de Allan Hollinghurst. La obra cuenta la historia de Nick Guest, un joven idealista de una familia de clase media en la Inglaterra de los años 80 que, durante sus estudios en Oxford, forja amistad con Toby Fedden, hijo de un adinerado diputado conservador. Un verano Nick se hospeda en casa de los Fedden y forja una amistad especial con Cat, la hermana bipolar de Toby. Nick es tan buena influencia para Cat que los Fedden le invitan a quedarse como inquilino permanente.
Durante los años de su estancia con los Fedden, Nick se codea con la clase alta inglesa y empieza a experimentar con las drogas y el sexo. La historia es interesante por su ambientación en la Gran Bretaña de Thatcher cuando aparece el SIDA, pero aún más por la pérdida de la inocencia que Nick experimenta cuando su mundo colapsa, con amantes que lo abandonan y mueren, una amiga que se separa de él, y una familia adoptada que le da la espalda. Lejos de ser una historia triste, Nick se transforma en el proceso y crece, abriendo un nuevo capítulo en su vida como adulto.
Como la vida misma, son muchas las historias de crecimiento personal que incluyen episodios de decepción, traición, fracaso y desamor. Estas circunstancias tensan nuestra narrativa y nos permiten explorar nuevos rumbos para nuestros personajes, a menudo de la mano de transformaciones anímicas, psicológicas y emocionales. Son historias satisfactorias que nos hacen reflexionar sobre cómo las circunstancias pueden alterar nuestros actos y decisiones, a veces en un plano de mayor madurez y discernimiento.
Así es la experiencia de Mia y Sebastian, los protagonistas de «La La Land» (2016). En un inicio, la pareja tiene sueños idealistas sobre el éxito en el arte y el amor, pero la vida los separa y crecen de otra manera como individuos. En otra de mis películas favoritas, «Her» (2013), Theodore se enamora de una inteligencia artificial, Samantha, pero al final comprende que su relación era una ilusión y que debe seguir adelante con su vida real, aprendiendo a conectarse con otras personas de carne y hueso.
En literatura, clásicos como «El gran Gatsby» de F. Scott Fitzgerald, «Madame Bovary» de Gustave Flaubert, o «Don Quijote de la Mancha» de Miguel de Cervantes, esbozan personajes con sueños inalcanzables que se dan de bruces con la realidad. Gatsby se da cuenta de que su sueño de recuperar el amor de Daisy Buchan es inalcanzable y que la realidad de la alta sociedad es superficial y cruel. Emma Bovary busca el amor apasionado y una vida glamurosa como en las novelas románticas, pero la realidad le pasa factura. Y Don Quijote admite en su lecho de muerte que los molinos de viento no eran del todo gigantes, y aprende a aceptar el mundo tal como es.
Nuestra fascinación por las historias de elevación a través de la adversidad se plasma este año en los Oscar con la película «The Brutalist», dirigida por Brady Corbet. Tras la Segunda Guerra Mundial, László (Adrien Brody) emigra a Estados Unidos con su esposa Erzsébet (Felicity Jones) con la esperanza de reconstruir sus vidas y perseguir el sueño americano. Sin embargo, se enfrenta a numerosos desafíos mientras lucha por establecerse en el mundo de la arquitectura. Un cliente adinerado, Harrison Lee Van Buren (Guy Pearce), cambiará el curso de su vida al presentarle oportunidades y dilemas que ponen a prueba su integridad artística y personal.
Sufrir para Crecer
Entonces ¿cuál es nuestra fascinación con estas historias de transformación a través de la adversidad? Por un lado, las historias de crecimiento personal nos tocan la fibra emocional de una experiencia universal y compartida, en la que el dolor no tiene que ser el final del camino. Ver a alguien levantarse después de una caída nos inspira a hacer lo mismo en nuestras propias vidas, ayudándonos a procesar nuestras propias experiencias de manera constructiva.
Además, la literatura y el cine nos permiten vivir emociones intensas a través de los personajes sin sufrirlas directamente. Experimentamos el dolor y la redención de forma segura, lo que nos permite reflexionar también objetivamente sobre la moralidad, la resiliencia y el significado del sufrimiento.
Y desde un punto de vista meramente narrativo, el arco de transformación de un personaje, pasando de la ingenuidad y el sufrimiento a la madurez y la autosuficiencia, es una de las estructuras narrativas más efectivas. Nos atrapa y nos mantiene interesados hasta el final.
¿Tienes alguna historia en particular que te haya marcado en este sentido?
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