Aunque para muchos siga siendo una gran desconocida, Katherine Mansfield (1888-1923) fue una de las escritoras de mayor impacto en la narrativa de historias cortas del Siglo XX. Fue la primera escritora en adoptar un estilo introspectivo en sus relatos, inspirada por Anton Chekhov, y su obra se caracteriza por romper con la estructura lineal en tercera persona que hasta entonces imperaba en la literatura.
Los cuentos de Mansfield a menudo se centran en los pensamientos y emociones de los personajes, especialmente femeninos, y para ello utiliza técnicas narrativas como el monólogo interior y la corriente de pensamiento en la primera persona.
Momentos Reveladores de un Mundo Interior
Su primer libro, «In a German Pension» (En una pensión alemana), fue publicado en 1911 y recibió elogios de la crítica. Sin embargo, fue con la publicación de sus cuentos en revistas literarias y sus colecciones de cuentos posteriores que Mansfield obtuvo reconocimiento y renombre. Algunas de sus obras más conocidas incluyen «Bliss» (1918), «The Garden Party» (El jardín de los cerezos, 1922) y «The Doll’s House» (La casa de muñecas, 1922).
En su cuento ¨Prelude¨ (Prólogo, 1918), Mansfield explora las preocupaciones y las dudas de la narradora, su sentido de ser diferente de los demás y sus sentimientos hacia otra persona.
«Pero es malo para él sentarse en el césped húmedo así. Hay un viento frío. Me pregunto si debería llevarlo adentro. Podría darle algo de comer. No ha comido nada desde el desayuno. Me pregunto si tiene hambre. No, no podría tenerla. No piensa en cosas como esas. ¡Oh, cómo me encantaría sentarme a su lado y abrazarlo y acurrucarlo! Pero a él no le gustaría eso. Nunca le ha gustado que lo mimen. Es un niño tan extraño. No le importa estar sucio. Eso también es extraño. A mí siempre me importa estar sucia. Me gusta estar limpia. Siempre quiero estar limpia. Me pregunto por qué. Debe ser muy incómodo estar sucio. Creo que debe doler. A veces me siento sucia por dentro. «
Aunque los cuentos de Mansfield se desarrollan en contextos específicos, a menudo abordan temas universales como el amor, la soledad, la alienación, la pérdida y la búsqueda de la identidad. Sus historias ofrecen una visión penetrante de la condición humana y las complejidades de las relaciones humanas. De hecho, muchos de sus cuentos se centran en momentos aparentemente insignificantes que tienen un impacto significativo en la vida de los personajes. Estos momentos reveladores pueden implicar un cambio de perspectiva o un despertar emocional.
En ¨Bliss¨, por ejemplo, Mansfield describe así el momento en que un hombre experimenta una intensa atracción hacia Bertha, su personaje principal.
«Y allí, justo enfrente, estaba la imagen perfecta. Ella había lavado su pañuelo y lo había sujetado para que se secara en la rama de un árbol. Y se veía tan encantadora, tan absolutamente deseable, parada allí en su vestido blanco contra las hojas verdes y el cielo radiante, que él sentía como si su corazón estallara en su cuerpo. Su belleza le parecía mucho mayor que cualquier cosa que hubiera visto antes. Y el autorreproche, el repentino dolor del remordimiento, era como el dolor de un sollozo que le obstruía la garganta. Cruzó la calle, rápidamente, de puntillas, como si tuviera miedo de despertar a alguien dormido».
Atención al Detalle y Finales Abiertos
Mansfield también fue envidiada por escritores contemporáneos como Virginia Woolf por su capacidad de crear imágenes vívidas y evocadoras a través de descripciones detalladas, lo cual proporciona a sus textos una gran belleza literaria. Sus cuentos están llenos de imágenes sensoriales que permiten al lector visualizar claramente los escenarios y las emociones de los personajes.
En su obra «The Garden Party», la descripción de los paisajes y los detalles sensoriales, como el sonido de las flores aplastadas, evocan vívidamente el entorno y crean una atmósfera visualmente rica.
«Y las casitas con sus puertas y ventanas pintadas de blanco, parecían como si las hubieran sumergido en una lata poco profunda de pintura azul y hubieran salido goteando. En los jardines había algunos árboles oscuros, algunos árboles frutales, perales y cerezos. Los cerezos estaban madurando, pero las peras estaban duras como rocas. Todas las flores estaban en pleno florecimiento. El montículo de espuelas de caballero, azul como el propio cielo, azul como las ligas de una reina, mostraba dónde sería la fiesta de Laura. Estaban las rosas, rosadas y blancas y amarillas; estaban las campanillas de Canterbury; estaban las espuelas de caballero, todas erguidas como altos soldados azules. Laura se detuvo junto a ellas, tomó un trozo de una de ellas, y comenzó a jugar y a acariciarla en su mano, mientras miraba el pequeño dibujo clavado al lado de la repisa de la chimenea. Podría haber sido pintado; pero mientras estaba allí, con la espuela de caballero en su mano, no había ni una marca en él. «Fresca, fresca como pintura», dijo Laura, haciendo pequeños sonidos húmedos cuando las aplastaba».
Como escritora disruptiva en el modernismo, Mansfield emplea una narrativa sutil y deja a menudo finales abiertos, lo que permite al lector interpretar y reflexionar sobre el significado de la historia. El mundo interior de Katherine Mansfield a menudo deja preguntas sin respuesta y explora los matices y las ambigüedades de la vida y las relaciones humanas.
Por ejemplo, en ¨The Fly¨ (La mosca, 1922), a medida que el protagonista lucha por deshacerse de las moscas y se enfrenta a su propia incapacidad para hacerlo, se reflejan las frustraciones y la desesperación en su vida.
¨Y luego pensó: ‘Tal vez mi dolor de cabeza se deba a estas malditas moscas. He oído decir que las moscas pueden darte fiebre. Sí, debo deshacerme de estas moscas’. Miró la hora. Veinte minutos pasados de las nueve. Tenía media hora antes de que viniera el jefe. Media hora para deshacerse de esas moscas. Agarró el cepillo y golpeó el aire furiosamente. Al final de la media hora estaba jadeando, sudando, furioso, pero las moscas seguían allí. Se sentó. ‘No puedo hacerlo’, se dijo a sí mismo. ‘Y es una cosa tan pequeña de hacer. No hay esperanza para mí. No hay esperanza para mí’.
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