A veces contamos historias para reírnos y pasar un buen rato. Otras veces nos ayudan a entender la realidad y a explicar grandes conceptos. En las empresas, las hemos usado para ayudarnos a vender productos o a promocionar servicios. Pero no siempre sus usos son tan triviales.
Desde la Antigua Grecia, las historias son parte del discurso público que nos inspira y moviliza para cambiar el mundo. Son las historias con el fin más noble: el de comunicar ideas, posiciones y acciones para alcanzar el bien común.
Las historias que cambian el mundo atraen tanto a nuestra cabeza como a nuestro corazón. Piensa, por ejemplo, en el discurso de un político. Es improbable que te convenza solamente por esgrimir datos o estadísticas. Recurrirá a contarte historias reales o ficticias que despierten tus emociones y que comulguen con tus valores más profundos. Solo así su narrativa tomará significado para ti, y responderás con tu apoyo, voto o acción.
Son historias como, por ejemplo, la de George Floyd, que han propulsado movimientos sociales como Black Lives Matter. La violación de los derechos humanos ha suscitado en el pueblo estadounidense emociones como la indignación y la rabia, que a su vez se han plasmado en protestas masivas en las calles y en un llamado a reformar los cuerpos policiales del país.
Narrativa a tres niveles: personal, universal y accionable ahora
Las historias que cambian el mundo no tienen una estructura especial. La anatomía de una buena historia es siempre la misma: un personaje enfrenta un desafío (incidente) que lo fuerza a tomar un curso de acciones (tensión narrativa) con un desenlace y moraleja final. Sin embargo, según el profesor Marshall Ganz de Harvard University, se mueven en tres planos que las diferencia de otras: son historias que, a su vez, son personales, universales y accionables ahora.
Para ver estos tres planos en acción, estudiaremos una historia narrada por el cocinero peruano Gastón Acurio en 2018 como parte del ciclo de charlas TED. La charla, titulada ¿Puede la cocina en casa cambiar el mundo?, argumenta que una de las herramientas más poderosas para lograr el bienestar nutricional, emocional y ambiental del planeta radica en cocinar en casa. Gastón usa tres historias para defender su tesis, pero nosotros nos detendremos solo en la primera, la cual transcribo aquí:
00:50 Yo soy limeño, hijo de toda la sangre, se nota, de madre, hija de la costa, aristocrática y virreinal y de padre hijo de los Andes, de los Incas, del Cuzco. Y en mi casa, los Andes y la costa históricamente enfrentados, se unieron gracias al amor, como ocurrió en la mayoría de limeños, hijos del más diverso origen: de africanos con amazónicos, de japoneses con andinos, de chinos con italianos.
01:22 Esta historia de amor, por ejemplo: la hija de un próspero bodeguero chino cantonés se enamora jugando en las calles del puerto del Callao en Lima del hijo del famoso pastelero genovés, de Italia. Al comienzo los padres se oponen rotundamente a este amor, y ellos deciden huir para fundar su hogar. Y es ahí donde descubren sus grandes diferencias. ¿Dónde? En la mesa. Ella descubre que amaba profundamente el arroz frito en el wok que le hacía su padre. Y él, él amaba el risotto que su abuela le hacía a fuego lento. Ella quería echarle salsa de soja a todo. Y él quería echarle queso parmesano a todo.
02:06 Al final, se ponen de acuerdo: hacen el arroz en el wok pero a fuego lento. Y le echan un poquito de parmesano y un poquito de salsa de soja. Y dan vida a un nuevo plato: el arroz de mariscos del Perú, que tiene un poquito de los unos y un poquito de los otros, como todos los platos de nuestra cocina, que llevan ese sello mágico de un Perú que durante siglos recibió a millones de personas que soñaron con hacer realidad su vida en nuestro país. Sin embargo, no los recibió en guetos, no los separó, sino que los integró, los unió y, al menos en la cocina, supo construir puentes fecundos de amor y de paz. El mensaje desde el Perú es claro: nada malo nos ocurre, solamente pasan cosas buenas cuando abrazamos nuestra diversidad.
Comentarios