Menos mal que no me dedico a la clarividencia, porque se nota que predecir el futuro no es lo mío. A principio de año, pronostiqué que 2017 sería un año en el que predominarían las historias desnudas de artificio, reivindicativas de la verdad más absoluta. Guiado por la polarización que habían causado la elección de Donald Trump en Estados Unidos o el referéndum del Brexit en Europa — por no mencionar la desconcertante amenaza del terrorismo a nivel mundial – me imaginaba películas evocadoras del neorrealismo italiano, o novelas como las de León Tolstói o Benito Pérez Galdós.
La ansiedad que genera un mundo convulso, sin embargo, ha generado historias imaginativas más cercanas a lo que los anglosajones llaman cautionary tales (algo así como “cuentos con moraleja”) que a una narrativa naturalista. En realidad, las historias que nos conquistan en 2017 son distopías que ponen en relieve características de nuestra sociedad actual para extrapolarlas hacia un futuro desolador, de sociedades totalitarias y apocalípticas. A diferencia de la ciencia ficción, que suele representar el avance de la humanidad, la distopía se hace eco de elementos preocupantes del presente para proyectar un porvenir de crueldad, miseria y alienación. La distopía nos aterra – es antónimo de utopía – y espera generar indignación, reflexión y un cambio en nuestro accionar para evitar la catástrofe.
Hulu, uno de los servicios de streaming más populares de Estados Unidos, recientemente concluía la primera temporada de The Handmaid’s Tale (El Cuento de la Criada), mi serie favorita de 2017. Basada en una novela de Margaret Atwood de 1985, la serie presenta la futura transformación de Estados Unidos en la República de Gilead, una dictadura teocrática en la que la mayoría de las mujeres son estériles y las criadas, las únicas mujeres fértiles, son esclavizadas para concebir hijos con la clase en el poder. La historia se centra en la vida de Offred, una mujer que sueña con ser de nuevo libre para volver a reunirse con su marido y su hija.
Mi novela favorita de 2017 también es una distopía. Ray Loriga (Madrid, 1967), autor de Rendición, dice que su novela es retro-ficción, porque nos cuenta un futuro creíble que aún no ha sucedido. Un hombre y una mujer sin nombre, con su hijo adoptado Julio, tienen que evacuar la zona en la que viven para escapar de una guerra que dura más de una década y de la que muy poco se sabe. Dirigen sus pasos hacia la ciudad transparente, donde todo es felicidad y no existe intimidad (¿te suena el paralelismo a nuestras redes sociales?) Según el Jurado que ha otorgado a la novela el Premio Alfaguara 2017, es «una historia kafkiana y orwelliana sobre la autoridad y la manipulación colectiva, una parábola de nuestras sociedades expuestas a la mirada y al juicio de todos. Sin caer en moralismos, a través de una voz humilde y reflexiva con inesperados golpes de humor, el autor construye una fábula luminosa sobre el destierro, la pérdida, la paternidad y los afectos».
En la gran pantalla, este otoño se estrenará una de las películas más esperadas del año. Blade Runner 2049, es una distopía – y también secuela de la Blade Runner de Ridley Scott – que nos transporta a un futuro dividido en humanos y replicantes (androides). La película, de la cual se tienen tan solo los pocos detalles que deja entrever su tráiler, explora consideraciones éticas de la tecnología, un debate cada vez más urgente a la luz de los rápidos avances en la biotecnología y la inteligencia artificial. Treinta años después de los acontecimientos de la primera película, un nuevo Blade Runner, el oficial K del Departamento de Policía de Los Ángeles (Ryan Gosling), descubre un secreto enterrado durante largo tiempo que tiene el potencial de hundir lo que queda de la sociedad en el caos. El descubrimiento de K le lleva a buscar a Rick Deckard (Harrison Ford), un ex Blade Runner que ha estado desaparecido. ¿Sabremos al fin si Rick Deckard es un humano o un replicante?
Incluso Broadway ha dado la bienvenida a la versión musical de 1984, una de las distopías más famosas del mundo de la literatura. En la provincia de Airstrip One, una versión futurista de Gran Bretaña, George Orwell nos presenta un mundo vigilado y manipulado por un gobierno tiránico, personificado en la máxima figura de El Gran Hermano. La novela también ha experimentado un aumento en ventas, dado que muchos expertos han comparado el ascenso global de los movimientos políticos de extrema derecha al estado totalitario de Oceanía en el libro. A principio de año, 1984 era el libro número uno en la lista de bestsellers de Amazon.
¿Hasta qué punto estas escalofriantes historias nos ayudarán a prevenir la deshumanización de nuestra sociedad? El futuro es siempre incierto, pero lo interesante de todas estas narrativas es que tenemos en nuestras manos no solo el poder, sino también la imaginación, de construir un mundo distinto, en el que la distopía no sea más que una excelente fuente de entretenimiento.
3 Comentarios
Me gusto mucho su escrito.
Gracias Carmen. Espero que te animes a suscribirte al blog. Saludos
En este mundo confuso .distorsionado y violento por lo menos nos queda la maravilla de la lectura y escritura un medio de humanizarnos de reencontrarnos.