Cómo Abrir el Telón de una Buena Historia
Por José Luis Lobera • 02/11/2023 • Comunicación
Una de las historia con mejor inicio es “El Año del Pensamiento Mágico¨ de Joan Didion. En este ensayo, Didion recuerda cómo su mundo convulsionó con el fallecimiento repentino de su marido y el descubrimiento de una grave enfermedad de su hija.
La historia es sobrecogedora, y Didion logra captar nuestra atención desde las primeras líneas: “La vida cambia rápidamente. La vida cambia en el instante. Te sientas a cenar y la vida tal y como la conoces termina. La cuestión de la autocompasión”.
El calado de una historia en el público depende, en gran medida, de su arranque. No hay una regla fija que establezca cuánto tiempo exacto es necesario para captar la atención de un espectador al comienzo de una historia, pero generalmente los primeros minutos en historias escritas, e incluso los primeros segundos en historias orales, son críticos para atraer el interés de nuestra audiencia.
Cuatro Formas de Arrancar con Éxito
1. Creando expectativa en el lector. No hay historia más contundente que aquella que despierta nuestro interés desde el arranque y crea inquietud de lo que pueda suceder después. Así, nuestro arranque será particularmente impactante cuando nos mantenga al borde del asiento. Por ejemplo, «Cien años de soledad» de Gabriel García Márquez, comienza con la famosa frase «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo». Esta línea inicial despierta la curiosidad del lector sobre el pasado de Buendía.
«1984» de George Orwell es otra historia con un arranque inquietante: «Era un día luminoso y frío de abril, y los relojes daban las trece. Winston Smith, con la barbilla pegada al pecho en un esfuerzo por escapar del vil viento, se deslizó rápidamente a través de las puertas de vidrio de Victory Mansions, aunque no lo suficientemente rápido como para evitar que un remolino de polvo arenoso entrara junto con él. ¨ El lector así entra en el ambiente inhóspito de una sociedad totalitaria.
2. Estableciendo el tono de la historia. Las primeras líneas de una buena historia deben marcar el tono general del resto del relato. Algunos ejemplos de tono incluyen la ironía, el realismo, la fantasía, o el humor. Una de las historias que logran impregnar de un claro sentimiento a su arranque es «Lolita» de Vladimir Nabokov. La novela comienza con la famosa frase: «Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas». Este inicio provocativo y polémico establece inmediatamente el tono erótico y perturbador de la novela.
Otra obra maestra con un tono claro desde el inicio es «La carretera» de Cormac McCarthy. La novela comienza con la frase: «Cuando él despertó, el cielo estaba lleno de ceniza y él no tenía idea de cuánto tiempo había pasado». Esta primera línea establece de inmediato un tono desolador y postapocalíptico. El lector se encuentra en un mundo devastado por un evento catastrófico y se sumerge en la atmósfera de desesperación que persiste a lo largo de la historia, mientras un padre y su hijo luchan por sobrevivir en un mundo sin esperanza.
3. Adentrando al lector en el mundo de la historia. Muchas historias nos enganchan al ubicarnos inmediatamente en un entorno físico y tiempo concretos. Por ejemplo, «Las uvas de la ira» de John Steinbeck comienza con una descripción del paisaje de Oklahoma durante la Gran Depresión: «Para entender la historia completa, tienes que comenzar desde el principio». Steinbeck utiliza la ubicación y la época para contextualizar la difícil situación de los Joad, la familia protagonista, mientras se embarcan en un viaje hacia California en busca de una vida mejor.
Otro ejemplo es «Rebeca» de Daphne du Maurier. La novela comienza con la línea: «Anoche soñé que volvía a Manderley». A partir de esta primera oración, el narrador relata sus recuerdos y pensamientos sobre Manderley, una mansión en la costa de Cornualles en Inglaterra. La descripción de Manderley y su historia juega un papel fundamental en toda la novela, estableciendo un tono distintivo y creando una atmósfera de misterio y melancolía que se mantiene a lo largo de la historia.
4. Presentando al personaje principal. En algunos casos, las historias comienzan con reflexiones o descripciones del personaje que nos acompañará a lo largo del arco narrativo. «El retrato de Dorian Gray» de Oscar Wilde comienza con una descripción del protagonista, mientras posa para un retrato. La apertura presenta a Dorian como un joven atractivo y encantador cuya belleza es una característica central de su vida. El retrato mencionado en las primeras líneas jugará un papel crucial en el desarrollo de la trama, ya que Dorian hace un trato que tendrá consecuencias impactantes en su vida.
Otro ejemplo es «David Copperfield» de Charles Dickens. La novela comienza con la famosa línea: «Ya nací yo con un rostro afable. No puedo decir que era guapo ni feo, ni que era simpático ni antipático». El narrador, David Copperfield, inmediatamente presenta al lector una visión de sí mismo y su personalidad. A medida que la historia avanza, David Copperfield narra su vida, sus luchas y sus experiencias, y esta descripción inicial establece la perspectiva del protagonista y su evolución a lo largo de la novela.
Recuerda que no hay una única forma correcta de comenzar una historia, ya que depende del género, el estilo y la trama de tu obra. Experimenta y encuentra el enfoque que mejor se adapte a tu historia específica. Lo que sí debes tener en mente es que cualquier inicio es la promesa que haces al lector. Las primeras líneas deben prometer algo interesante o valioso que el lector obtendrá al continuar leyendo. En ese sentido, no reveles todo de inmediato – es bueno mantener cierta información en suspenso para mantener la intriga. Y evita los clichés: intenta ser creativo y original en tu enfoque. ¿Ya sabes cómo vas a abrir el telón de tu próxima historia?
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