Termino de leer ¨Cualquier verano es un final¨, la última novela de Ray Loriga (1967), con sentimientos encontrados. Loriga siempre me atrapa con esa forma de escribir fluida que se apoya en frases cortas y concisas, diálogos vibrantes y un tono moderno y transgresor.
Al igual que en ¨Rendición¨, mi novela favorita del autor, Loriga explora temas recurrentes, como la alienación y la soledad, en un mundo cada vez más complejo y desafiante. Pero a diferencia de ¨Rendición¨, donde el lector podía sentir el yugo de un mundo distópico y opresor, ¨Cualquier verano¨ aborda el nihilismo de personajes superficialmente felices, despreocupados de encontrar trascendencia a su existencia.
¨Me gustaría hablar sobre todo de los buenos momentos que pasamos juntos, en los que, como decían antes al otro lado del Atlántico, ¨hablamos a través de los sombreros¨, que no quiere decir otra cosa que hablar muy seriamente sobre algo de lo que no se sabe nada en absoluto, aunque temo que antes tendré que referirme al pasado invierno, cuando fui a visitarlo a Suiza, al lago Constanza, a aquella adorable residencia. Al lugar exacto que había elegido para morir¨.
¿Por qué el personaje central de ¨Cualquier verano¨, que tiene juventud, amor y salud, estaría pensando en la eutanasia? Según Wikipedia, Loriga es un exponente del ¨realismo sucio¨, un movimiento literario que nació en la primera mitad del siglo XX y que se caracteriza por explorar, de forma directa, temas como la alienación, la adicción y el nihilismo. Entre otros, son representantes del realismo sucio los escritores estadounidenses Raymond Carver (1938-1988), Richard Ford (1944), y Tobias Wolff (1945).
Loriga debutó como escritor en 1992 con la novela «Lo peor de todo¨. En su ópera prima, Loriga utiliza un lenguaje directo y a menudo descarnado para retratar la vida de un joven en una ciudad contemporánea, marcada por la desilusión y la búsqueda de significado.
«Cuando fue mi cumpleaños T me regaló una hebilla y una petaca y las dos cosas me encantaron. Cuando fue el cumpleaños de T le compré una pistola de agua y le pinté un cuadro. A T le gustó mucho el cuadro, se puso muy contenta y me llevó a cenar a un restaurante japonés. La comida era buena, pero no me apañaba muy bien con los dichosos palillos, así que le pedí al camarero un tenedor. El camarero resultó ser un tío gracioso, me dijo que no tenía tenedores y se rio un rato de mi torpeza, al final de la cena le llamé y le dije que me iba a dar bastante más maña metiéndole los palillos por el culo. A T no le hizo mucha gracia.»
A veces los camareros asumen su función de siervos miserables y son la cosa más repugnante del mundo. Piensan: «yo sólo soy un camarero pero todavía puedo enseñarle a este imbécil cómo se come en Mi restaurante con Mis palillos de madera», en lugar de pensar: «Otro pobre tipo al que le están jodiendo los dichosos palillos de esta mierda de restaurante que me paga esta mierda de sueldo». Aparte de todo esto, la comida estaba buena, eran pescados crudos y cosas que parecían asquerosas pero que luego estaban muy ricas.
La verdad es que no le dije nada al camarero. Me hubiera gustado, pero supongo que para eso hay que nacer. Como para patinar sobre hielo.»
En 1993, Loriga publicó ¨Héroes¨, una novela que aborda temas de la juventud y la búsqueda de identidad en una sociedad alienante. ¨La pistola de mi hermano¨ (1997) es otra de sus obras conocidas, que se centra en la relación entre dos hermanos y la delincuencia juvenil en un contexto urbano.
Pero tal vez sea ¨Rendición¨, Premio Alfaguara de Novela en 2017, donde Loriga logra ser más efectivo para capturar la esencia nihilista de su obra.
¨Rendición¨ es una novela que examina la sumisión, la conformidad y la pérdida de identidad en una sociedad postapocalíptica. El protagonista vive en una pequeña comunidad rural junto a su esposa, Marta. Juntos han decidido vivir rendidos, aceptando la autoridad de los líderes locales y acatando las normas y reglas impuestas. Incluso cuando se enfrentan a situaciones injustas o violentas, ellos se rinden sin cuestionar. A medida que avanza la historia, el protagonista se encuentra con una serie de personajes y eventos que lo llevan a cuestionar su conformidad con la rendición y a explorar la posibilidad de resistir y recuperar su autonomía.
“Si uno mira con cuidado el jardín de esta casa sabrá enseguida que vivió tiempos mejores, que la alberca vacía no desentona con el zumbido de los aviones que cada noche castigan no ya esta propiedad sino todas las de nuestro valle. Cuando ella se acuesta intento tranquilizarla, pero lo cierto es que sé que algo se derrumba y que no seremos capaces de poner nada nuevo en su lugar. Cada bomba en esta guerra hace un agujero que no vamos a ser capaces de rellenar, lo sé yo y lo sabe ella, pero jugamos y nos hacemos los tontos a la hora de dormir, buscando una tranquilidad que ya no encontramos, un tiempo como el de antes. Algunas noches, con tal de soñar mejor hasta recordamos…”
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