Piensa por un momento en tu película favorita. Es posible que sea tu predilecta por los efectos especiales, el movimiento de las cámaras o la interpretación de los actores protagonistas. Pero si tuvieras que escoger tan solo una razón por la cual esa película se diferencia de todas las demás, es muy probable que destaques la historia, sea por sus dosis de acción, emoción o suspense. La historia y cómo te hizo sentir es siempre la esencia de la experiencia.
Lo que tal vez te sorprenda saber es que esa historia sigue una trama argumental muy similar en la mayoría de los casos. Es una fórmula que Hollywood ha repetido hasta la saciedad y que encontrarás también en cuentos, novelas y presentaciones que te hayan parecido memorables.
En una entrada anterior sobre las tres diferencias entre Hollywood y el cine europeo, ya hicimos referencia a este patrón, pero me ha parecido interesante explorar con más profundidad la estructura de una buena historia. Este arco narrativo te ayudará a estructurar con éxito tu próxima presentación, artículo o vídeo y, como prueba la meca del séptimo arte, hay garantías de que funciona.
La Estructura de Algo para Recordar
Yo tengo muchas películas favoritas, pero para ilustrar este blog, he seleccionado Algo Para Recordar – Sleepless in Seattle (1993) era su título original en inglés – una comedia romántica de Nora Ephron con Tom Hanks (Sam) y Meg Ryan (Annie) en los papeles protagonistas. Si no has visto la película, ¡es mejor que no sigas leyendo!
Como verás en el gráfico que encabeza esta entrada de blog, la estructura de una buena historia tiene los siguientes componentes:
1. Planteamiento. Las historias de argumento lineal arrancan presentando a los personajes principales y su contexto. Mi profesor de literatura en el colegio usaba la palabra “MALETA” como fórmula mnemónica para no olvidar Modo, Lugar y Tiempo en este primer acto de la historia. Algo para Recordar, por ejemplo, arranca presentándonos a Sam, un arquitecto viudo que vive en Seattle con su hijo Jonah, y a Annie, una periodista de Baltimore comprometida pero no totalmente enamorada de Walter. El tiempo de la acción es el presente.
2. Detonante. Una vez establecido el contexto, algo tiene que ocurrir en la trama para crear la tensión de nuestro relato. Es lo que a veces se denomina como premisa dramática. En el caso de nuestra película, Jonah llama a un programa radiofónico nocturno a espaldas de su padre para decir cuánto echa de menos a su madre. Sam lo descubre y termina siendo él quien confiesa a la presentadora del programa lo poco que duerme desde que enviudó, de ahí que lo bautice como Sleepless in Seattle. Annie se queda prendida de la voz y la historia de Sam cuando escucha el programa de radio desde su coche.
3. Desarrollo de la Acción. El detonante pone en marcha una serie de acciones durante las cuales se intensificará la tensión de nuestra historia. En Algo para Recordar, Annie contrata a un detective para conseguir fotos de Sam y Jonah con el pretexto de que está escribiendo un artículo sobre programas radiofónicos, viaja a Seattle para “entrevistarlos” pero se arrepiente en el último momento, y escribe una carta a Sam, que su mejor amiga envía tras rescatar de la papelera, en la que le propone una cita a ciegas en la terraza del Empire State el Día de San Valentín. Sam, por su parte, empieza a salir con Victoria con resultados desastrosos.
4. Clímax. El clímax es el momento álgido de nuestra historia: en las películas de acción suele ser la confrontación principal entre buenos y malos, ese momento que se ha ido construyendo in crescendo a lo largo del relato. En nuestra película, el clímax es el momento de mayor tensión, cuando Jonah lee la carta de Annie, y al no lograr convencer a su padre para que vaya a conocerla a Nueva York, se escapa solo a la Gran Manzana para encontrarse con ella en la cima del Empire State el Día de San Valentín. Sam entra en pánico al descubrir que su hijo está cruzando el país solo en avión y viaja hacia Nueva York en su búsqueda.
5. Resolución. El último acto de nuestra historia es el desenlace, ese momento en que la tensión se diluye para cerrar el relato con una moraleja o una solución, respecto a lo que nuestro personaje principal buscaba desde un principio. Como sabemos, estos finales son a veces felices, otras veces infelices, y otras veces inconclusos. En nuestra historia, Annie rompe su compromiso con Walter durante una cena en Nueva York el Día de Valentín y se dirige hacia Empire State. También vemos cómo Sam llega al Empire State y encuentra a su hijo solo y desconsolado en la terraza, cuando es la hora de cerrar. Cuando Sam y Jonah bajan por el ascensor, Annie sube, y por un momento pensamos que sus caminos no llegarán a cruzarse. Pero Annie encuentra un osito de peluche en el suelo de la terraza, y cuando lo recoge, se vuelven a abrir las puertas del ascensor. Sam y Jonah han regresado para buscar el osito y, por fin, Sam y Annie tienen la oportunidad de conocerse. En este caso, nuestra historia tiene final feliz.
Así es la Anatomía de una Buena Historia
En conclusión, la estructura de una buena historia incluye: 1) el planteamiento o contexto de la historia; 2) el detonante o premisa dramática que puso en marcha la acción; 3) la serie de acontecimientos concatenados que dan tensión narrativa a tu historia; 4) el clímax o punto álgido de tu narrativa; y por último 5) el desenlace, o ese momento en que la tensión se diluye para cerrar el relato con una moraleja o una resolución.
No todas las historias siguen esta línea narrativa, y demandan más de nosotros con saltos en el tiempo o la introducción de historias paralelas, entre otros recursos. Pero una gran mayoría de historias siguen esta estructura, aunque el desarrollo de la acción nos depare muchos giros argumentales sorprendentes.
Usa esta estructura de una buena historia la próxima vez que vayas a escribir un cuento, filmar un documental, o preparar una ponencia, y verás cómo te resulta mucho más fácil. La experiencia de Hollywood y de grandes contadores de historias como Charles Dickens o Julio Cortázar, te auguran el éxito.
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