Tan solo 273 palabras pronunciadas en algo más de dos minutos fueron suficientes para sacudir a una nación. El 19 de noviembre de 1863, Abraham Lincoln daba uno de los discursos más persuasivos de la historia de la humanidad en el campo de la Batalla de Gettysburg, Pennsylvania. Cuatro meses antes, 46.000 soldados de los Estados del Norte (la Unión) y los Estados Confederados del Sur habían perdido la vida en una de las luchas más sangrientas de la Guerra de Secesión de los Estados Unidos.
Con su discurso, Lincoln consiguió inspirar a los soldados de la Unión a luchar por los valores de la igualdad y la libertad, y sus palabras finales “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo» pronto se convirtieron en sinónimas de democracia. Pero ¿cómo fue posible que un discurso tan breve y episódico haya sido laureado en los anales de la historia?
Alan Monroe, un profesor de retórica de la Universidad de Purdue, fue uno de los primeros académicos en estudiar la estructura del discurso allá por la década de 1930, y pronto identificó un patrón en el texto que bautizó como la Secuencia Motivada de Monroe. Esta técnica, tan válida hoy como en los tiempos de Lincoln, identifica cinco secuencias para producir los discursos más brillantes.
Diseccionando el texto íntegro del discurso de Gettysburg, repasamos estos cinco secuencias que caracterizan a un buen discurso:
Atención. La primera frase de tu discurso marcará el nivel de atención que tu audiencia, consciente o inconscientemente, prestará al resto de tus palabras. Tienes 30 segundos para seducirlos y engancharlos con una cita, una pregunta provocativa, un chiste, una anécdota, o una historia. Lincoln consigue atrapar a su audiencia desde el arranque con una referencia a un sentimiento profundo y compartido, el de la fundación de la República con la firma de la Declaración de la Independencia de 1776:
Hace ochenta y siete años nuestros padres crearon en este continente una nueva nación, concebida bajo el signo de la libertad y consagrada a la premisa de que todos los hombres nacen iguales.
Problema. Una vez tienes a la audiencia en el bolsillo, no pierdas el tiempo con demasiado contexto y otros preámbulos: sé asertivo sobre el tema o problema que quieres abordar en tu exposición. Haz énfasis en lo urgente y grave del desafío, y crea tensión en la narrativa para que tu audiencia quiera saber cómo abordarlo o atajarlo. Lincoln no tuvo que dar muchas explicaciones sobre el problema, ya que imperaba el pesimismo en los Estados de la Unión por las bajas de la guerra:
Hoy nos hallamos embarcados en una vasta guerra civil que pone a prueba la capacidad de esta nación, o de cualquier otra así concebida y así dedicada, para subsistir por largo tiempo.
Solución. Ofrece a tu audiencia una solución práctica y concreta, y demuestra por qué es la mejor entre posibles opciones. Si tu discurso está intentando vender o promocionar un producto, aquí explicarás por qué es el mejor entre los de la competencia; si se trata de defender una posición, explica a tu audiencia los beneficios inmediatos que les aportará ese curso de acción. Lincoln regresó a Gettysburg a inaugurar un cementerio en memoria de los soldados caídos:
Nos hemos reunido en el escenario donde se libró una de las grandes batallas de esta guerra. Vinimos a consagrar parte de este campo de batalla al reposo final de quienes han entregado su vida por la nación. Es plenamente adecuado y justo que así lo hagamos.
Visualización. Explícale a tu audiencia cuáles serán los beneficios de implementar la solución que propones, y no dudes en mencionar las consecuencias negativas de no llevarla a cabo. Sé visual, provee ejemplos, escenarios e imágenes de cómo sería el futuro con o sin tu solución. En su discurso, Lincoln nos invita a visualizar más allá de consagrar el campo de batalla hacia la meta de seguir luchando por la libertad:
Sin embargo, en un sentido más amplio, no podemos dedicar, no podemos consagrar, no podemos glorificar este suelo. Los valientes hombres que aquí combatieron, vivos y muertos, lo han consagrado muy por encima de nuestro escaso poder de sumar o restar méritos. El mundo apenas advertirá, y no recordará por mucho tiempo lo que aquí se diga, más no olvidará jamás lo que ellos han hecho. Nos corresponde a los que estamos vivos, en cambio, completar la obra inconclusa que tan noblemente han adelantado aquellos que aquí combatieron.
Llamada a la Acción. Como cierre, recuerda a la audiencia que la solución está en sus manos y que de ella depende su realización. La conclusión de tu discurso debe motivar a actuar con un sentido de urgencia y de unión hacia el logro del objetivo. La última frase es tan importante como la primera, por lo que puedes recurrir de nuevo al apoyo de citas motivantes. Lincoln creó su propia cita, y reavivó los ánimos de sus soldados con una inspirada llamada a la libertad:
Nos corresponde ocuparnos de la gran tarea que nos aguarda: inspirarnos en estos venerados muertos para aumentar nuestra devoción por la causa a la cual ellos ofrendaron todo su fervor; declarar aquí solemnemente que quienes han perecido no lo han hecho en vano; que esta nación, bajo la guía de Dios, vea renacer la libertad, y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparezca de la faz de la tierra.
6 Comentarios
Excelente
Estoy interesado en hacer un curso sobre como dar un buen discurso
Hola José,
Lamentablemente storyplot no ofrece cursos de formación, pero aparte de los consejos de estructura de discursos que incluye este artículo, te recomendamos este vídeo para aprender cómo dar presentaciones en público. Un cordial saludo.
https://vimeo.com/101369444
Hola, José.
Excelente artículo.
Para mi Abraham Lincoln es una de las referencias a seguir en cuanto a desarrollo de la empatía en la comunicación y cómo conectar con las masas.
Leí en un libro que en su juventud era una persona sarcástica y poco amigable y fue con el tiempo que descubrió que la empatía era mucho más beneficiosa para su vida que ir arrojando sarcasmo.
Un abrazo.
Muy buen artículo
Me parece interesante para aplicar este método en mi centro laboral y sindical.