Los que no vivimos en un monasterio o en un lugar apartado del mundo, estamos acostumbrado al ruido. El silencio es un fenómeno anómalo que hay que buscar y cultivar, más allá de la cacofonía que mana de nuestros espacios de convivencia. Lo que tal vez no sepas es que el silencio también puede convertirse en una poderosa herramienta para contar historias.
Como saben los seguidores de este blog, las pausas son una estrategia efectiva para llamar la atención de nuestra audiencia cuando damos una presentación. Con el silencio, estamos tomando prestada una técnica teatral para crear tensión narrativa. El silencio nos da más poder como presentadores y, con su efecto hipnótico, logramos seducir a un público expectante. El arte de callar nos permite dar énfasis, crear intriga, o llamar a la reflexión, entre otros golpes de efecto.
Incluso en nuestras conversaciones, el que calla no siempre otorga. El silencio nos permite expresar emociones más allá de las palabras, con ayuda de nuestro lenguaje corporal. Martin Luther King, uno de los mejores oradores de la historia, decía que: “al final, no recordaremos las palabras de nuestros enemigos sino el silencio de nuestros amigos”. El silencio, bien gestionado, puede ser ensordecedor como técnica narrativa.
El Arte de Callar
Desde Platón y Aristóteles, hay muchos pensadores clásicos que han dedicado volúmenes al arte de la retórica, pero ¿quién nos enseña el arte del silencio? En 1771, el clérigo francés Joseph Dinouart (1716-1786), escribió “El arte de callar”, un ensayo que reflexiona sobre los distintos tipo de silencio y los principios necesarios para callar. Para Denouart, guardar silencio requiere las mismas habilidades que las de un discurso elocuente.
La reserva necesaria para guardar bien silencio en la conducta ordinaria de la vida no es una virtud menor que la habilidad y el cuidado en hablar bien; y no hay más mérito en explicar lo que uno sabe que en callar bien sobre lo que se ignora. A veces el silencio del prudente vale más que el razonamiento del filósofo; el silencio del primero es una lección para los impertinentes y una corrección para los culpables.
Según Dinouart, solemos pensar que el hombre que habla poco es cobarde o mediocre, cuando realmente es un hombre valiente y con sentido común, más proclive a realizar grandes hechos.
El silencio es necesario en muchas ocasiones, pero siempre hay que ser sincero; se pueden retener algunos pensamientos, pero no debe disfrazarse ninguno. Hay formas de callar sin cerrar el corazón; de ser discreto, sin ser sombrío y taciturno; de ocultar algunas verdades, sin cubrirlas de mentiras.
Las Categorías del Silencio
Dinouart también tipifica el silencio, desde el prudente que denota discreción y el complaciente que demuestra asentimiento, al del desprecio, que se traduce en frialdad y orgullo, o al estúpido, propio de los taciturnos e insensibles de espíritu. Pero tal vez sean los silencios inteligente y artificioso los que más usamos cuando contamos historias.
Es un silencio inteligente cuando en el rostro de una persona que no dice nada se percibe cierto talante abierto, agradable, animado, e idóneo para reflejar, sin la ayuda de la palabra, los sentimientos que se quieren dar a conocer.
El silencio es artificioso cuando uno solamente calla para sorprender, bien desconcertando a quienes nos declaran sus sentimientos sin darles a conocer los nuestros, bien aprovechando lo que hemos oído y observado sin haber querido responder de otro modo que mediante maneras engañosas.
Mis tipos favoritos de silencio no son los que tienen una connotacion más favorable, sino los que Dinouart describe con gran capacidad de observación como los de los caracteres más anodinos.
El silencio de humor es el de un hombre cuyas pasiones sólo se animan según la disposición o la agitación del humor que en él domina, y del que dependen la situación de su ánimo y el funcionamiento de sus sentidos; el de un hombre al que parece bien o mal lo que oye dependiendo del mal o del buen funcionamiento físico, que sólo abre la boca para hacer afirmaciones extravagantes y para decir únicamente cosas desatentas o fuera de lugar.
El silencio político es el de un hombre prudente que se reserva y se comporta con circunspección, que jamás se abre del todo, que no dice todo lo que piensa, que no siempre explica su conducta y sus designios; que, sin traicionar los derechos de la verdad, no siempre responde claramente, para no dejarse descubrir. Tiene por divisa estas palabras de Isaías, secretude meum mihi”.
4 Comentarios
Interesante artículo. En este mundo caótico y ruidoso pocas veces somos conscientes
del valor del silencio. Recordé una frase: «La palabra es de plata, el silencio de oro».
Me interesa me puedes dar información por favor
Hola Martha, si te interesan nuestros contenidos, te animo a suscribirte al blog visitando este enlave https://www.storyplot.com/contacto/
Saludos
Interesante texto