En El Veredicto (The Children Act, 2018), Fiona Maye es una prestigiosa jueza de la Corte Suprema de Londres que debe decidir sobre el caso de Adam, un joven de diecisiete años que se debate entre la vida y la muerte. Adam padece leucemia, y sus padres, testigos de Jehová, rehusan autorizar la transfusión de sangre que el hospital recomienda para curar su enfermedad. Tras escuchar los argumentos de los padres y de los médicos, Fiona decide visitar a Adam en el hospital, y descubre a un joven brillante y sensible que, si bien está seguro de su fe, desea aferrarse con fervor a la vida.
En la película de Richard Eyre basada en la novela de Ian McEwan, la formidable Emma Thompson interpreta a una Fiona que, a su manera, también descubre nuevas emociones en el hospital, al cantar junto a Adam “Down by the Salley Gardens” de Yeats. Al regresar a la Corte, Fiona falla a favor de la transfusión, y si bien su discurso pone en valor los valores éticos y religiosos de los padres, sostiene que el bienestar de Adam está mejor servido por toda la vida y el amor que le esperan.
Es un derecho fundamental en los adultos rechazar el tratamiento médico. Tratar a un adulto contra su voluntad es cometer el delito penal de asalto. Adam está cerca de la edad en que puede tomar la decisión por sí mismo. Que él esté preparado para morir por sus creencias religiosas demuestra cuán profundas son. El hecho de que sus padres estén preparados a sacrificar por su fe a un hijo muy querido revela el poder del credo al que se adhieren los testigos de Jehová.
Precisamente este poder es el que me hace detenerme, ya que Adam, a los diecisiete años, ha probado poco más que el turbulento reino de las ideas religiosas y filosóficas. (…) No creo que la mente de Adam, sus opiniones, sean completamente suyas. Su infancia ha sido una exposición monocromática ininterrumpida a una visión contundente del mundo y no puede dejar de estar condicionado por ella. No promoverá su bienestar sufrir una muerte innecesaria y agonizante, por lo que se convertirá en un mártir de su fe (…) Mientras tanto, asumiendo una buena recuperación, su bienestar estará mejor servido por su amor por la poesía, por su nueva pasión por el violín, su naturaleza cariñosa y toda la vida y el amor que se avecinan. En resumen, encuentro que sus padres y los clérigos de su iglesia han tomado una decisión hostil al bienestar de Adán, que es la consideración primordial de este tribunal. Debe estar protegido de tal decisión. Debe estar protegido de su religión y de sí mismo.
Este discurso conmueve por su sólida argumentación y emoción contenida, dos pilares fundamentales en la oratoria magistral. Para exponer un argumento de manera efectiva, y según nos enseñaron Aristóteles y Cicerón, es necesario desplegar credibilidad como orador (ethos), argumentación racional (logos), y una dosis de emoción (pathos). Estas características se reducen al contenido de una buena exposición, y si bien son necesarias, no son suficientes para conquistarnos completamente como lo hace Fiona en El Veredicto. Considera estas recomendaciones adicionales si quieres ganar tu próximo debate:
1. Naturaleza, arte y práctica. Existen tres requisitos fundamentales para ser un maestro de la oratoria. Por un lado, son necesarias algunas cualidades que solo brinda la naturaleza, como tener un agradable timbre de voz o la habilidad de poder proyectarla hasta la última fila donde se sienta tu público. En segundo lugar, el arte de la retórica consiste en trabajar los tres elementos de una buena argumentación: el ethos, el logos y el pathos. Y por último, los dones naturales y el conocimiento del arte de la retórica deben pulirse y mejorarse practicando de manera repetida y diligente, usando técnicas teatrales. Hasta los más ejercitados oradores practican siempre sus discursos, hasta que parezcan fáciles y naturales.
2. Identifica, organiza y memoriza. A la hora de preparar un discurso o debate, es esencial identificar primero el punto principal a comunicar (la tesis) y toda la argumentación que servirá de apoyo. Con la tesis y los argumentos en mano, es aconsejable seguir un estilo o formato narrativo para comunicar todos esos puntos de manera estratégica y organizada. Por último, los oradores más brillantes memorizan su discurso sin detenerse en palabras específicas, sino en las grandes ideas, los giros de frase y las transiciones que son necesarias incluir para que el argumento suene fluido. Cuanto más practicado y memorizado esté el texto en este sentido, mejor dominio tendrás de tu debate o argumento.
3. Ponte en los zapatos de la audiencia. Es necesario adaptar el estilo y lenguaje de nuestros argumentos según a la audiencia que nos dirijamos; nunca vamos a presentar una posición de la misma forma si estamos discutiendo con un amigo o si, como Fiona, tenemos que argumentar una posición en una corte judicial. Los oradores más efectivos se plantean preguntas sobre su audiencia antes de salir a la palestra.
4. Copia sin remordimientos. Los mejores oradores no se avergüenzan de admitir que han seguido el ejemplo de otros maestros de la oratoria, como pueden ser Martin Luther King, Steve Jobs o Barack Obama. Por lo tanto, no sientas culpabilidad de imitar el estilo, tono, cadencia de voz o lenguaje corporal de presentadores que te han impresionado por su persuasiva argumentación.
5. La presencia escénica importa. Por último, es importante recordar que es tan importante lo que dices como la manera en que lo dices. No importa cuánto conocimiento y buena argumentación incluya tu discurso, que si no sabes narrarlo de manera clara y coherente, o si tu presencia escénica y lenguaje corporal no proyectan seguridad y confianza, tu audiencia no te premiará con el aplauso. El control efectivo de la voz y de los gestos, así como una buena presencia escénica, son factores decisivos para que puedas convencer y ganar acérrimos adeptos con tus posturas y debates.
Si convertirte en una oradora como Fiona te causa cierta ansiedad, respira hondo y recuerda estos consejos. Si bien podemos tener cierta facilidad de palabra o predisposición a la argumentación, nadie ha nacido aprendido, y el arte de la oratoria se conquista con la repetición y la práctica. Recuerda que “la simplicidad es la mayor de las sofisticaciones”, como nos decía da Vinci, y que cuánto más accesible, directo y concreto seas, más elocuente y persuasivo serás para tu público. Me despido con una bella cita de Rob Gilbert, que resume la importancia de practicar para inspirar: “No pasa nada por sentir mariposas en tu estómago. Sólo enséñalas en tu discurso a volar en formación.”
4 Comentarios
Excelente exposición de argumentos.
Muchas gracias Mireya. Espero que nos sigas leyendo. Saludos.
Excelente, me gustan todas estas recomendaciones y variedad de temas.
Muchas gracias Adrián. Espero que nos sigas. Saludos