El 28 de agosto de 1963, un discurso de apenas 16 minutos marcó un giro en la historia de Estados Unidos. Martin Luther King, el padre de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos, cautivaba a toda una nación con su discurso “Tengo un Sueño”, pronunciado a los pies del monumento a Lincoln en Washington DC.
Su visión inspiradora y la pasión en la entrega dejaron boquiabiertos a millones de norteamericanos, que no estaban acostumbrados a escuchar discursos con la cadencia y repetición propias de los sermones de la Iglesia Bautista. Junto a una imponente presencia y proyección escénica, King usó recursos retóricos para conquistar a su audiencia con un mensaje tan revolucionario como pacifista.
Sin replicar todo el discurso, he seleccionado algunos pasajes que ilustran las técnicas que han inmortalizado a King como uno de los mejores oradores de todos los tiempos.
Recursos Visuales. El discurso de Martin Luther King está lleno de referencias visuales que nos permiten conectar emocionalmente con su discurso y construir las imágenes de una película en nuestra mente. En muchas ocasiones, King usa términos concretos en conjunción con conceptos intangibles para ayudar a la audiencia a procesar grandes ideas, como las destacadas en negrita.
No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que a los negros se les garanticen sus derechos de ciudadanía. Los remolinos de la rebelión continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que surja el esplendoroso día de la justicia. Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio.
Metáforas. El primer gran aplauso en el discurso de King llegó gracias al uso de una metáfora poderosa, que ilustró a la perfección la promesa rota de libertad que aún no se había materializado para los afroamericanos. La imagen del “cheque devuelto sin fondos” hizo vibrar a la audiencia.
Por eso, hoy hemos venido aquí a dramatizar una condición vergonzosa. En cierto sentido, hemos venido a la capital de nuestro país, a cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, firmaron un pagaré del que todo estadounidense habría de ser heredero. Este documento era la promesa de que a todos los hombres, les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Es obvio hoy en día, que Estados Unidos ha incumplido ese pagaré en lo que concierne a sus ciudadanos negros. En lugar de honrar esta sagrada obligación, Estados Unidos ha dado a los negros un cheque sin fondos; un cheque que ha sido devuelto con el sello de «fondos insuficientes». Pero nos rehusamos a creer que el Banco de la Justicia haya quebrado.
Referencias Bíblicas. Además de las alusiones políticas, no olvidemos que King era un ministro de la Iglesia Bautista, por lo que el discurso recoge numerosas alusiones al pensamiento cristiano. Por ejemplo, el discurso recoge una media docena de menciones a Dios, incluyendo el exultante párrafo de cierre:
Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: «¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!»
Paralelismos. Pero tal vez el recurso retórico más emblemático del discurso sean las repeticiones de fragmentos sintácticos, sobre todo al inicio de las oraciones. Esta herramienta ayuda a dar énfasis, ritmo y nivel de recordación a las ideas. Mientras la mayoría de los oradores no se atreven a usar este recurso más de tres veces, King llegaba a usar paralelismos hasta cuatro o cinco veces, como demuestra esta repetición de “no podremos estar satisfechos”.
Nunca podremos quedar satisfechos mientras nuestros cuerpos, fatigados de tanto viajar, no puedan alojarse en los moteles de las carreteras y en los hoteles de las ciudades. No podremos quedar satisfechos, mientras los negros sólo podamos trasladarnos de un gueto pequeño a un gueto más grande. Nunca podremos quedar satisfechos, mientras un negro de Misisipí no pueda votar y un negro de Nueva York considere que no hay por qué votar. No, no; no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que «la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente».
El último fragmento del discurso, el que le da título, es sin duda el paralelismo que todos recordamos. Los seis párrafos que arrancan con “Tengo un sueño” o “¡Hoy tengo un sueño!” marcan el clímax emocional del discurso, cuando King alcanza una verdadera comunión de las almas.
¡Hoy tengo un sueño! Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas.
¡Hoy tengo un sueño! Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.
El discurso de King también sigue la secuencia motivada de Monroe, como hemos analizado en otras entradas de este blog. Pero King marcó escuela con un discurso distinto, que se mueve continuamente entre el problema actual y la solución futura, con un patrón mantenido de repetición. En su justa medida, no dudes en emular la retórica de King para vender de forma efectiva tu idea, producto o servicio.
Esta entrada de storyplot es parte de la serie Contadores de Historias.
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