A solicitud de nuestros lectores, esta semana lanzamos una nueva serie de artículos bajo el título Contadores de Historias en la que analizaremos presentaciones magistrales de célebres oradores. Como ya hiciéramos con el discurso de Gettysburg, nuestro objetivo es ayudarte a estructurar y a preparar mejor tus presentaciones.
Y quién mejor ponente para inaugurar esta serie que Steve Jobs, el carismático genio detrás de Apple. Enfundado en su suéter negro y sus pantalones vaqueros, Jobs revolucionó la manera de dar presentaciones con un lenguaje simple y directo. En un análisis comparativo de sus discursos frente a los de Michael Dell y Bill Gates, Jobs solo usaba un promedio de 10.5 palabras por frase, frente a las 16.5 de Dell y las 21.6 de Gates. Y mientras que el 2.9% de sus palabras podían categorizarse como difíciles, Dell y Gates usaban más del 5%.
Pero además, Jobs era un maestro a la hora de incorporar historias en sus presentaciones. Para este análisis, he seleccionado un discurso que dio en 2005 a la clase de estudiantes graduados de la Universidad de Stanford. En esa presentación, decidió contar tres historias, y esta entrada disecciona la primera de ellas.
La anatomía de esta historia, que Jobs definió como una historia sobre la importancia de conectar ideas, se divide en seis fragmentos claramente diferenciados:
1. Introducción. Durante los primeros 30 segundos de tu narración, necesitarás presentar a los personajes de tu historia, con información selectiva sobre su contexto y circunstancias. Sé muy selectivo y solo proporciona información que sea crítica al desarrollo de tu historia. Jobs nos cuenta así que fue un niño adoptado.
Comenzó antes de que yo naciera. Mi madre biológica era una joven soltera graduada de la universidad, y decidió darme en adopción. Ella tenía muy claro que debería ser adoptado por graduados universitarios, por lo que todo se preparó para que fuese adoptado al nacer por un abogado y su esposa.
2. Detonante. El detonante o punto de inflexión de la historia introduce una complicación que fuerza a los personajes a tomar un curso de acción distinto al previsto. En el caso de Jobs, sus padres adoptivos resultaron no ser los esperados por su madre biológica.
Excepto que cuando nací, decidieron en el último minuto que en realidad deseaban una niña. Así que mis padres, que estaban en lista de espera, recibieron una llamada en medio de la noche preguntando: «De improvisto tenemos un niño; ¿lo quieren?” Y ellos dijeron:» Por supuesto «. Mi madre biológica luego se enteró que mi madre nunca se había graduado de la universidad y que mi padre nunca se había graduado de la escuela secundaria. Ella se negó a firmar los documentos de adopción. Sólo cedió, unos meses más tarde, cuando mis padres prometieron que algún día yo iría a la universidad. Ese fue el comienzo de mi vida.
3. Desarrollo de la Acción. El detonante pone en marcha una serie de acciones concatenadas que, in crescendo, crean tensión en la historia e intrigan a la audiencia sobre su posible resolución. Jobs nos plantea la paradoja de asistir a la universidad y de tener remordimientos de gastarse los pocos ahorros de sus padres.
Y 17 años más tarde fui a la universidad. Sin embargo, ingenuamente elegí una universidad que era casi tan cara como Stanford, y todos los ahorros de mis padres los estaban gastando en mi matrícula. Después de seis meses, no pude ver el valor en ir a la universidad. No tenía ni idea de lo que quería hacer con mi vida y ni de cómo la universidad me iba a ayudar a averiguarlo. Y ahí estaba yo, gastando todo el dinero que mis padres habían ahorrado durante toda su vida.
4. Clímax. El punto álgido de tu historia es el momento de tensión máxima; si tu historia fuera la escalada de una montaña, el clímax sería el momento en que conquistas la cima. En la historia de Jobs, el clímax es el momento en que toma el paso de abandonar la universidad.
Así que decidí dejar la universidad y confiar en que todo iba a salir bien. Fue bastante aterrador en ese momento, pero en retrospectiva, fue una de las mejores decisiones que he tomado. En el momento que me di de baja, pude dejar de asistir a las clases obligatorias que no me interesaban y comencé a asistir a las que parecían interesantes.
5. Resolución. Tu historia se distensiona, se desinfla, y la resolución consiste en la serie de eventos que solucionan el conflicto. Jobs deja la universidad para concentrarse en tomar solamente las clases que le interesaban, como las clases de caligrafía.
Reed College, en esos tiempos, ofrecía la que quizás fuera la mejor instrucción en caligrafía del país. En el campus todos los póster, y hasta las etiquetas de todos los cajones, estaban bellamente escritas en caligrafía a mano. Como me había dado de baja y no tenía que tomar las clases normales, decidí tomar una clase de caligrafía para aprender cómo hacer eso. Aprendí todo sobre las tipografías serif y sans serif, sobre las variaciones en la cantidad de espacio que debe dejarse entre diferentes combinaciones de letras, todo sobre la gran tipografía. Fue hermoso, histórico, artísticamente sutil de una manera que la ciencia no puede capturar, y me pareció fascinante.
6. Moraleja. A modo de conclusión, muchas historias concluyen resaltando la lección aprendida a lo largo de la historia, especialmente en las ocasiones cuando esas lecciones no son tan obvias o intuitivas para la audiencia. El discurso de Jobs tiene como moraleja que debemos siempre guiarnos por el instinto a lo largo de nuestra vida.
Nada de esto tenía ni siquiera una remota aplicación práctica en mi vida. Pero 10 años más tarde, cuando estábamos diseñando la primera computadora Macintosh, todo volvió a mí. Y todo lo diseñamos en la Mac. Fue la primera computadora con una bella tipografía. Si nunca hubiera asistido a ese único curso en la universidad, la Mac jamás hubiera tenido múltiples tipografías o tipos de letras proporcionalmente espaciadas. Y puesto que Windows copió a Mac, es probable que ningún ordenador personal los hubiera tenido. Si nunca hubiera decidido dejar la universidad, nunca hubiera tomado esa clase de caligrafía, y las computadoras personales no tendrían la maravillosa tipografía que tienen. Por supuesto me fue imposible conectar estas ideas pensando en el futuro cuando estaba en la universidad. Pero fue muy, muy claro mirando hacia atrás 10 años después.
Espero que esta historia te haya inspirado a seguir incorporando técnicas narrativas en tus presentaciones corporativas. Y recuerda que no todas las presentaciones pueden estar compuestas exclusivamente de historias, pero el uso de esta técnica en el inicio o cierre de tus presentaciones, bien sea como un ejemplo ilustrativo o una anécdota, puede ayudarte a establecer el siempre evasivo vínculo emocional con tu audiencia.
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