Como en el teatro, la vida también tiene un culminante tercer acto: esos años de senectud cuando el cuerpo comienza a ser tan débil como la memoria reciente, y los días transcurren veloces, en una irreductible carrera hacia la muerte. Pensar en nuestra vejez en estos términos, sin embargo, sería insoportable e infundado, ahora que el otoño de nuestras vidas es cada vez más largo y saludable, y son más las personas que viven esta etapa como una segunda juventud. Muchos de nuestros mayores, incluso después del retiro, siguen activos física y mentalmente como voluntarios, mentores o cuidadores, aplicando la sabiduría y experiencia que sólo se puede amasar con el paso de los años.
Esta vida rica en aportaciones, paradójicamente, es casi invisible o permanece en un segundo plano en las historias que minan nuestras películas, libros y series de televisión. Las artes, como ocurre en nuestra sociedad, rinden un culto ciego a la juventud, por lo que es cada vez más difícil encontrar historias divertidas o emocionantes en las que sus protagonistas sean personas mayores de 65 años.
Pero siempre existen excepciones a la regla, y hoy quisiera rescatar algunas excepciones a esta velada ignorancia del personaje de una cierta edad, no solo por su protagonismo sino también por lo inesperado de sus aristas.
Our Souls at Night (Nuestras Almas en la Noche). El escritor norteamericano Kent Haruf completó esta breve pero inquietante novela unos meses antes de morir, a los 71 años, por lo que no es una completa coincidencia que su última novela aborde temas como la soledad, el deseo y el sexo en la vida de dos ancianos. Louis Waters y Addie Moore son dos vecinos viudos que deciden pasar las noches juntos durmiendo en la misma cama, sin sexo, para disfrutar de la conversación y la buena compañía. Esta decisión produce un pequeño escándalo en la ciudad provinciana en la que viven, una situación que se complica cuando Addie acoge a su nieto en casa por la separación de sus padres. Si bien la novela tiene un final triste, es refrescante encontrar a dos personajes que viven su vejez acorde a sus propias reglas, ajenos al ojo crítico de la sociedad.
Last Tango in Halifax. Celia y Alan, un matrimonio septuagenario de recién casados, regresan llenos de sorpresas a la tercera temporada de esta fantástica serie de la BBC. En otras manos, estos viudos que se reencuentran y consiguen reavivar su amor de juventud, podrían haber caído fácilmente en el cliché. Las soberbias interpretaciones de Derek Jacobi y Anne Reid, sin embargo, encarnan a algunos de los adultos mayores más complejos e interesantes en la historia de la televisión reciente. Encontrarás ecos en Last Tango de la magnífica tragicomedia Elsa & Fred, protagonizada por China Zorrilla y Manuel Alexandre en 2005.
Grace & Frankie. Jane Fonda y Lili Tomlin protagonizan esta comedia de Netflix, en la que dos mujeres de personalidades muy distintas, se ven abocadas a compartir una casa tras descubrir que sus maridos, socios en los negocios durante años, son también amantes y quieren irse a vivir juntos. La serie, aunque aprueba con una nota bastante regular, triunfa en perfilar a dos personajes que no se dejan reducir por las circunstancias y logran rehacer su vida, cada una a su estilo. Con Sam Watertson y Martin Sheen en mucho más improbables, en parte por lo erróneo del casting, personajes masculinos.
Kaplan. Esta cinta de 2014 cuenta la historia de Jacobo Kaplan, un judío inmigrante en Uruguay que decide secuestrar a un viejo alemán que regenta un chiringuito en la playa, al estar convencido que es un antiguo oficial nazi. El entrañable personaje que encarna Héctor Noguera muestra tanta vulnerabilidad por el miedo a la muerte como determinación en su propósito por hacer algo trascendental en la vida antes de partir. Para completar el cuadro de esta azaña quijotesca, el contrapunto a Kaplan lo ofrece Wilson Contreras, un ex-policía que se convierte en su compañero de aventuras.
Espero que, cada vez con más frecuencia, cumplir los 65 no sea sinónimo de destierro en la cantera de historias de nuestra cultura popular. Historias que celebren nuestras vidas, desde la templanza, como decía el cineasta Ingmar Berman:
Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.
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