Cuerpo, diálogo, expresión: así concibo mi ser. Mi cuerpo como intermediario de un mensaje. Simbolismos, metáforas, y acciones que cuentan historias y que, a su modo, trazan pinceladas de la realidad.
¿Objetividad? No, en absoluto; siempre he expuesto ideas personales dentro de mi trabajo de performance. Es mi cuerpo, yo decido qué cuento y cómo lo cuento.
Así he recorrido calles, museos, vitrinas de metro y galerías con la intención de llevar mi interpretación del mundo, traspasando de alguna manera las fronteras geopolíticas e ideológicas, tratando de crear mapas visuales con la mira puesta en una narrativa fervorosamente creyente de la necesidad de un cambio social y de un exorcismo de la política global.
En el arte-acción encuentro ese vehículo de expresión: una especie de purificación interna, un refugio, es esa vía por la cual suelto mi desazón ante el mundo, la muerte, la hambruna, la guerra y la sed. Pretendo informar, sensibilizar, hacer eco de aquello que me duele, de aquello que considero injusto.
Menos mal que la percepción del performance como mero acto de exhibicionismo ha cambiado y se le ha dado su lugar dentro del arte. De no ser así, seguramente mi trabajo tendría otra lectura y no sería una practicante de performance sino una exhibicionista profesional.
Bastaría dar algunos ejemplos:
Banquete. Decidí comer pasto, lodo y raíces para hablar sobre el hambre; en casos extremos, personas han tenido que alimentarse de esa forma al no tener más alimento. Así, presenté esta acción en las calles de Bogotá en Colombia, después de haber hecho algo similar dentro de la estación del metro Zócalo en la Ciudad de México.
Hotel. En una habitación de hotel de México, un colega y yo nos atamos completamente el uno al otro con plástico envolvente. Cuando uno se movía, lastimaba al otro, mientras de fondo sonaba una canción romántica que ambientaba la acción. Así, denunciábamos el alto índice de feminicidios y violencia entre parejas que se dan en el país.
Remedio. Convertí al público en el manifestante, en el ciudadano de a pie. La represion de los movimientos sociales alrededor del mundo se reflejó en sus rostros, en sus piernas, en sus cuerpos. Yo, ataviada de enfermera ,“sanaba” sus heridas, aminoraba su dolor con una venda, un curita, una caricia o un beso. Al final, flores y velas como ofrenda por todos los muertos y heridos.
Gran Banquete. En Brooklyn NY, se anunció una cena para los asistentes que cociné frente a ellos. Mientras se calentaba, les decía que faltaba poco para que estuviera lista. La olía, la saboreaba; repetí esas acciones durante 20 minutos. Al final les serví piedras calientes. En comunidades de extrema pobreza, hay madres que ponen a hervir piedras para que el humo engañe el hambre de sus hijos. Ellos esperan a que esté lista la cena; su madre les dice que falta poco hasta que se quedan dormidos. Por lo menos esa noche sortearon la hambruna.
La performance es esencia, un aroma a tierra mojada, un destello de luz, una energía, de esas que sale de las entrañas y que de pronto un día penetra tu mente y taladra ideas hasta que nace una acción. Para algunos como yo es una especie de activismo contemporáneo, una demanda, un intímo pergamino corporal que extendemos ante el otro.
*Foto Créditos: Remedio, Hyperallergic. Hotel, Mireille Campos. Gran Banquete, Patricia Belmont
2 Comentarios
excelente trabajo!!
Muy bonita forma de sensibilizar a este mundo insensible. Seguro que lo conseguiste 🙂